Vivimos inmersos en “el presentismo”. No queremos saber nada del pasado y del futuro, lo que nos importa es poder disfrutar el momento fugaz que la muerte puede arrebatarnos en cualquier momento, según ha venido a recordarnos la pandemia del coronavirus. La muerte, según Heidegger, representa la última de nuestras posibilidades humanas, pero una posibilidad tan cierta que nadie puede eludir. “ Mors certa, hora incerta” decían los antiguos. Por esta razón la muerte en nuestra cultura es vista como un elemento perturbador que nos intranquiliza y tratamos como sea de librarnos de ella ocultándola, no pensando en ella , haciendo como si no existiera , como el niño que piensa que cerrando los ojos el peligro desaparece.
Nada más nacer hemos emprendido la marcha hacia la muerte y cualquier edad es buena para que este acontecimiento se produzca, porque en realidad la muerte viene a ser una parte inseparable de la vida, todo viene a ser parte del mismo guión que ya está diseñado. Si al menos los hombres pudiéramos decidir cuándo y cómo queremos morir…. ¿ Por qué, Señor, no nos dejas elegir al menos la fecha y las circunstancias de nuestra muerte? Pero bien pensado, mejor dejarlo todo en tus manos y decir con Jorge Manrique: “ Consiento en mi morir/ con voluntad placentera/ clara y pura/ que querer hombre vivir/ Cuando Dios quiere que muera / es locura.
Para seguir leyendo: https://www.religiondigital.org/un_santo_para_cada_dia/Conmemoracion-fieles-difuntos-Iglesia-purgante_7_2282841713.html