El Congreso de Laicos, celebrado el pasado fin de semana en Madrid, constituye un punto de partida para nuevos caminos que pasan por que el laicado observe la realidad a la luz de la fe y anuncie a Jesucristo con palabras y obras
«Hemos vivido en estos días un renovado Pentecostés. Los miedos, dudas o prejuicios que hemos podido traer a este congreso se han disipado. Sigamos adelante». Esta frase, con la que se cierra la ponencia final del Congreso de Laicos que presentaron al unísono la periodista Ana Medina y el obispo auxiliar de Barcelona Antoni Vadell, resume a la perfección un evento, celebrado en Madrid el pasado fin de semana, que reunió a más de 2.000 personas, laicos y laicas de distintos lugares y sensibilidades, con un objetivo común: potenciar el papel de los seglares en la Iglesia en España.
La realidad es que el laicado en España sale reforzado. No solo por lo que se ha vivido durante los tres días que han durado los trabajos y la convivencia, sino por el recorrido previo. Un impulso que también dependerá de cómo se traslade a cada diócesis a partir de ahora. «Este proceso tiene ahora una clara continuidad. No hemos acabado con este congreso, sino que constituye el punto de partida de nuevos caminos.
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