La muerte de Jesús constituye una innegable y cruel decepción imposible de disimular: “Nosotros creíamos que ese Jesús…”, “Nosotros esperábamos que Él...” Lo teníamos por un gran caudillo, el anhelado e invencible Mesías, imponente cuando llegara el momento… Y resulta que es un simple compañero de camino…
Pero, ¿qué “creíamos” y qué “esperábamos”?… Durante toda su vida Jesús no había hecho otra cosa que acompañar, un acompañar tan intenso y tan envolvente de la persona a la que acompañaba, que la dejaba situada en una perspectiva nueva y enfrentada a una opción tan radical y exigente, que desconcertaba, asustaba, entusiasmaba y “hacía arder los corazones” de aquellas personas a las que acompañaba…
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Texto: COMPAÑERO DE CAMINO-3ºPascua