Cardenal Lavigerie: «Solo sois iniciadores»

Los misioneros, según quiso nuestro Fundador, el cardenal Lavigerie, solo somos los iniciadores de un proceso de apertura a la fe en Cristo que, en su momento, da a luz a la Iglesia en nuevas tierras y culturas. “La obra duradera de la Evangelización, la llevarán a cabo los propios africanos cuando, como creyentes, anuncien el mensaje de Cristo a sus propios hermanos”. Los misioneros «como cimientos, preparamos el futuro y los cimientos son discretos, sólidos y pacientes”. El tiempo de la madurez llegó. La Iglesia local ahora es la responsable de la misión que no ha acabado.

“Vosotros solo sois iniciadores”, así define Carlos Lavigerie, el papel y la tarea de sus misioneros en la Evangelización de África, y añade: “La obra duradera de la Evangelización la llevarán a cabo los propios africanos, cuando sean cristianos y apóstoles. cuando, como creyentes, anuncien el mensaje de Cristo a sus propios hermanos”.

Para nuestro Fundador, es evidente: «Son los propios africanos quienes deben regenerar su país. De entre ellos deben nacer hombres destinados a actuar en nombre de Dios, de la humanidad y de la justicia».

Los misioneros, sólo somos iniciadores de un proceso de apertura a la fe en Cristo que, en su momento, da a luz a la Iglesia en nuevas tierras y culturas. “Como cimientos, preparamos el futuro y los cimientos son discretos, sólidos y pacientes” Nuestra tarea consiste en anunciar el Evangelio con nuestra palabra y nuestra vida, formar a los que lleguen a la fe y africanizar, para que se realice “la obra duradera”. Concretamente, preparar el terreno, del que surjan y se desarrollen vocaciones africanas en la Iglesia. Se trata de favorecer la transformación de la persona en profundidad, a través de un catecumenado de 4 años -transformar una persona toma tiempo, paciencia y habilidad-; se trata de crear un laicado responsable al que se le pueda confiar tareas en la iglesia y la sociedad, tal como Lavigerie vislumbró.

De ahí nace la importancia de la Formación de formadores, prioridad de los Padres y las Hermanas, para concientizar el pueblo al Evangelio y sus valores. Lavigerie quería un cristianismo verdaderamente enraizado en el pueblo y una Iglesia encarnada en la sociedad. Los primeros formadores fueron los catequistas. Con la iniciativa de los seminarios, surgieron las vocaciones al sacerdocio, al mismo tiempo que grupitos de muchachas confesaban a las hermanas que ellas también querían trabajar a la “obra de Dios”.

Así iba brotando, en los diferentes países africanos, la vida religiosa. Las Hermanas Blancas han ayudado a la formación de 21 congregaciones africanas. El nacimiento de cada una de ellas es obra del Espíritu Santo ya que en la sociedad africana era impensable que una muchacha no se casara.

Esta formación, empoderó a cristianos, hombres y mujeres, que se multiplicaron como responsables de movimientos femeninos y masculinos, animadores y animadoras de comunidades cristianas, de grupos de oración, paz y justicia etc., directores y directoras de colegios, dispensarios y centros femeninos.

El tiempo de la madurez llegó, la Iglesia local ahora, es la responsable de la misión que no ha acabado. En esta Iglesia y dondequiera que misionamos, seguimos siendo iniciadores de lo que no ha visto la luz, respondemos a las necesidades que nos solicitan, siempre en colaboración y en vistas a la transmisión. “Los cimientos no deben verse.”

Todo se lo debemos a este hombre extraordinario, Carlos Lavigerie, quien, fiel al carisma recibido de Dios, gastó su vida en cuidar y guiar a sus dos Institutos: los Misioneros de África y las Hermanas Misioneras de Ntra. Sra. de África, para la evangelización del continente. Este año, celebramos el bicentenario de su nacimiento. Ahora, ya no somos solo dos institutos, sino una familia: La Familia Lavigerie.

Finita Martínez, mnsda