¡Hola, hola!, feliz martes. Se acerca la Navidad, por aquí por Nairobi ya están las lucecitas y los árboles. ¿Qué tal? Soy David. Hoy os traigo un reportaje gratis y en exclusiva desde el bosque Mau en Kenia sobre las injusticias relacionadas con la financiación del cambio climático. Si te gustan este tipo de reportajes y quieres que sigamos haciéndolos, es tan fácil como suscribirse por 50€ al año, es un regalazo de Navidad para una amiga o para ti misma.
Peter Meikobi juega al pilla pilla con Kelvin. Peter sabe que no puede estar ahí y que Kelvin le vigila, por eso se coordina llamando a sus familiares para evitarle. “Están por ahí, vamos a tomar un atajo para llegar a mi casa”, me cuenta señalando a su izquierda. En lugar de seguir recto coge empieza a ir campo atravesando entre la frondosidad del bosque Mau.
Tras caminar durante más de una hora, cruzar un río y escapar de los guardabosques, llegamos a sus tierras. En casa de su hermano nos sentamos a hablar, pero a los diez minutos aparece Kelvin. Nos han pillado. El guardabosques actúa de manera calmada, lo que sorprende a Peter y su familia. “Te tiene miedo por ser blanco, si no estuvieras probablemente nos hubiera echado a golpes”, dice sonriendo. Aún así, Kelvin llama al tío de Peter, Joseph Luari, a quien interroga sobre qué hace un muzungu, un blanco, allí con ellos, pero este consigue disuadirle de que soy un periodista. De todos modos, lo más seguro es dejar el sitio. Camino de vuelta.
A sus 48 años, Peter ha vivido allí toda la vida, pero desde hace un mes se esconde en su propio hogar de los guardabosques que le quemaron su casa y la de toda su comunidad. Todavía recuerda cómo el 2 de noviembre a las nueve de la mañana un vecino les avisó que habían destrozado su casa. Unos minutos después llegaron unos 250 guardabosques enviados por el gobierno keniano a destrozar la casa de su padre, el anciano Kotioko Ole de 81 años. La casa de chapa está aplastada como una lata. De ahí pasaron unos metros más allá a la de su hermano Benson y a la de su tío Joseph Luari, antes de llegar a la suya. “Llegaron hablando el idioma del hacha y el fuego”. En tres horas habían arrasado con todas.
Para seguir leyendo: https://africamundi.substack.com/p/carbono?utm_campaign=email-half-post&r=22fs2e&utm_source=substack&utm_medium=email