Alejandro de los Santos. 7 de mayo,2015.
África es guerra, hambre, sida y miseria. Esta, nos guste o no, es la visión sobre el continente más extendida en el mundo. Es el continente sin esperanza, como concluye un estudio de opinión realizado en el Reino Unido hace unos años. Todo ese imaginario catastrofista se debe principalmente a los acontecimientos políticos y sociales transcurridos en los años 80 y 90, que fueron especialmente arduos para los africanos, con conflictos armados en medio continente, genocidio, sequías, fundamentalismo, apartheid y otras complejidades que no podemos olvidar. Los medios de comunicación internacionales dieron cobertura a buena parte de aquellos avatares históricos con menor o mayor acierto y empezó a calar en la población un discurso miserabilista que alcanzó su máxima expresión con los inicios del boom de la cooperación internacional. El tiempo ha pasado y África, generalizando, se encuentra en una situación más estable, e incluso algunos países se hallan en un estado de crecimiento económico desenfrenado. Con todo, todos estos progresos no han cambiado el punto de vista de una gran mayoría y el continente africano continúa asociándose a sus peores episodios humanitarios.
En el año 2006, el texto How to write about Africa? del escritor Binyavanga Wainaina se convirtió en una especie de bombona de oxígeno ante un panorama informativo desolador, pues señalaba los estereotipos en los que incurren la mayoría de los relatos occidentales sobre África. Desde entonces han surgido iniciativas mediáticas, campañas de comunicación y acciones culturales con el objetivo de contrarrestar ese discurso sesgado y falso. Dentro de la misión de algunos de ellos, hallaremos el común denominador de ofrecer “una imagen positiva de África”, “África en positivo” u “otra imagen de África”: un continente creativo, floreciente y diverso. En un intento de hacer justicia informativa, esta tendencia reproduce la misma lógica de parcialidad de los medios convencionales, puesto que la información acaba siendo incompleta, adulterada y, por qué no, manipuladora. África no es únicamente guerra y miseria, pero tampoco es sólo creatividad, innovación y genialidad como algunos pretenden hacernos creer. Es posible que ese lado menos conocido de África provoque fascinación por la ingente producción cultural y por las iniciativas emprendedoras de un pueblo que creíamos perdido en la miseria. Sin embargo, el hecho de que un medio de comunicación destaque exclusivamente la cara alegre de una realidad compleja, acaba generando una imagen paternalista de los africanos como un Otro irreconocible, renunciando así a cualquier posibilidad de empatía.
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