Esteban Moreno Resano, Universidad de Zaragoza/February 26, 2023 10.34pm SAST
En el año 324, el emperador Constantino restableció la unidad del Imperio romano después de derrotar a su cuñado Licinio.
Constantino suele ser recordado en los libros de historia por haber sido el emperador que, de común acuerdo con su cuñado Licinio, concedió en 313 la libertad religiosa a todos los ciudadanos romanos.
Para sus contemporáneos, como ha señalado Alessandro Barbero, fue, ante todo, un eficaz estratega, que derrotó a todos los que se le enfrentaron, dentro y fuera de las fronteras romanas. Quizás el más sobresaliente de sus logros militares fue la reunificación del Imperio romano.
Veamos los antecedentes. Desde 285, Diocleciano había decidido compartir el Imperio con un militar de su confianza, Maximiano. Pero en 293 había incorporado al colegio de los príncipes también a Galerio y Constancio Cloro (el padre de Constantino). Esta solución institucional (que hoy se conoce como Tetrarquía) estuvo en vigor hasta su abdicación, en 305.
La proclamación imperial de Constantino en 306 desencadenó el progresivo resquebrajamiento del orden político establecido por Diocleciano.