ÁFRICA/REP. CENTROAFRICANA – Las consagradas Focolarinas: “Una guerra que han querido solo los políticos, no el pueblo”
Bangui – “En la República centro-africana se combate una guerra de intereses. Los políticos hacen presión sobre las diferencias para enriquecerse. Pero la población no quiere la guerra y a parte de los milicianos que son pagados para luchar, todos buscan la convivencia”. Diletta es una de las cinco focolarinas consagradas de la comunidad de Bangui, la capital centro-africana. Desde hace años, fiel al carisma de su movimiento de los Focolares, trabaja por la unidad y el diálogo entre las comunidades de su País. Un diálogo que, visto desde fuera, parece difícil pero que ella, con la fuerza de la fe, considera no solo deseable, sino también posible.
“Desde el estallido de la guerra civil en 2013 – explica Diletta – una mentalidad de violencia se ha infiltrado entre las personas. Intentamos desactivar el mecanismo que lleva a la violencia para abrir la puerta a la reconciliación. Y, día a día, vemos que las personas no pueden más con todas estas divisiones, ataques, derramamiento de sangre, violencia de todo tipo. Aunque el conflicto no parece detenerse, sabemos que terminará porque es una guerra que solo quieren los políticos, no la gente común”.
En un Bangui dividido por la guerra, donde los barrios predominantemente musulmanes no se comunican con los de mayoría cristiana, las cinco focolarinas no temen ir por la calle y trabajar en el campo de la solidaridad. Visitan prisiones, hospitales, orfanatos, tratando de estar cerca de los últimos. Eeste año han comenzado con la escuela de Santa Clara, un complejo que alberga una escuela materna y tres clases de primaria. “A través de la educación – continúa Diletta -, tratamos de hacer que los pequeños crezcan con una mentalidad acogedora hacia los demás. Especialmente si los demás son musulmanes, porque los musulmanes cada vez más son vistos de forma negativa”.
Las cinco consagradas también llevan a cabo un curso de formación para niños y jóvenes fuera de las aulas de la escuela. “A través del juego, el teatro, el arte”, observa Diletta, “enseñamos a los niños los valores de la no violencia y tratamos de construir una conciencia cívica en ellos. Lo mismo hacemos con los más grandes. Para ellos organizamos eventos musicales, poesía, concursos de baile, eventos culturales. Los musulmanes siempre están involucrados en nuestras iniciativas. No les hablamos de Jesús, porque para ellos no es una figura tan importante, sino de la importancia de la amistad y de la vida. Valores que son comunes y de los cuales hablan nuestros textos sagrados. En una iniciativa que hemos organizado recientemente han participado más de un centenar de musulmanes, acompañados por tres imanes”.
Sin embargo no todo es tan sencillo. Cuando ocurren incidentes, como el ataque del 1 de mayo en la parroquia Notre Dame de Fatima que ha causado 24 muertos y 170 heridos, reunirse se hace muy difícil. “Cuando hay enfrentamientos – concluye Diletta -, las comunidades se cierran. Pero es un hecho más físico que mental. Después de los enfrentamientos, por temor a represalias, ni los musulmanes ni los cristianos abandonan sus barrios. Esto no significa que se cree un muro entre nosotros. Hablamos por teléfono. Hablamos unos con otros. Y, tan pronto como es posible, volvemos a encontrarnos. Créanme, la paz volverá porque la paz está en los corazones de las personas”.
ÁFRICA/REP. CENTROAFRICANA – “El padre Albert, un pastor querido por su trabajo a favor de la reconciliación entre cristianos y musulmanes”
Bangui – “El padre Albert, de 71 años, -uno de los sacerdotes de más edad del clero de Bangui-, era un pastor apreciado y conocido por su sencillez y simpatía, y sobre todo, por su trabajo discreto e incansable en favor de la reconciliación entre cristianos y musulmanes”, explica a Fides, el padre Federico Trinchero, -carmelita descalzo del Monasterio de las Carmelitas Descalzas de Nuestra Señora del Carmen en Bangui, capital de República Centroafricana-, recordando al sacerdote que murió junto a veinte fieles el 1 de mayo a causa del ataque a la parroquia de Nuestra Señora de Fátima (ver Fides 2/5/2018) perpetrado por un grupo armado del distrito Pk5 (una zona de mayoría musulmana, foco de fuertes tensiones en la capital).
“Durante los momentos más críticos de la guerra había recibido en su parroquia, muy cerca del Pk5, a miles de refugiados de los distritos vecinos durante varios años. El padre Albert además era conocido por su gran amor al sango, el idioma nacional de República Centroafricana, no muy rico en vocabulario. Sin embargo, el sacerdote consiguió traducir cada palabra (sin usar el francés), con soluciones ingeniosas. Una vez tradujo mi nombre. Dijo que me tenía que llamar Bwai Federiki (que en sango significa sacerdote)”, recuerda el misionero.
“En una entrevista, el padre Albert aseguró que solo Dios puede salvar República Centroafricana. No estaba del todo equivocado. Lo han intentado y lo siguen intentando el ejército nacional, las tropas de la Unión Africana, la misión francesa (que todavía tiene el gran mérito de haber evitado el conflicto se convirtiera en una masacre) soldados de la Unión Europea, la Minusca, la mayor misión de la ONU (que, a pesar de todas sus limitaciones, sigue siendo la única solución posible en este momento) y ahora los rusos también están en el horizonte. El Papa Francisco también lo intentó con su visita en noviembre de 2015. Entonces logró un breve tiempo de tranquilidad que permitió elegir democráticamente a un nuevo presidente. Con el tiempo, desafortunadamente, el efecto de esa visita se desvaneció y la oportunidad de pasar la página volvió a desaparecer. Los enfrentamientos se han multiplicado en todo el país y esa paz, que acabamos de acariciar, parece casi más distante que antes”, lamenta el padre Federico.
El misionero reitera que “la guerra en República Centroafricana, que comenzó ya en 2012, no es un enfrentamiento étnico o confesional. Más bien es el enésimo conflicto por la conquista del poder y por la explotación de las riquezas de su subsuelo. Por desgracia, el elemento confesional se mezcla con la violencia, envenenando la convivencia entre cristianos y musulmanes que hizo de República Centroafricana un ejemplo de coexistencia pacífica”.
Durante la homilía del funeral del sacerdote asesinado y de algunas de las víctimas, el cardenal Dieudonné Nzapalainga, arzobispo de Bangui, situó a muchos entre la espada y la pared al denunciar la falta de acción del gobierno, la lentitud de las Naciones Unidas y el riesgo que los cristianos cedan al desaliento o, peor aún, a la lógica de la violencia y la venganza. Hay un enemigo insidioso que está destruyendo República Centroafricana. Y este enemigo, subrayó el cardenal, es el diablo. Solo las armas de la fe pueden vencerlo.
“Bangui, herida en el corazón de su fe, no está enfadada con Dios. Está enfadada con aquellos hombres que no quieren la paz y que, como si obedecieran una agenda oculta, están empeñados en bloquear al país, como si estuviera inevitablemente condenado a la miseria y la guerra. Bangui y toda República Centroafricana están buscando héroes que emerjan de entre los gobernantes, los soldados y los jóvenes y que se eleven con una sola voz para decir no a la guerra y sí a la paz”, concluye el padre Federico.
Agencia Fides
ÁFRICA/ZAMBIA – El compromiso de un misionero que ha dado su vida por Cristo, por la iglesia y por los pobres
Kabwe – Los Misioneros de Scheut (CICM), Congregación del Corazón Inmaculado de Maria, ofrecen asistencia sanitaria a las víctimas del HIV y del SIDA en Zambia: muchos de ellos son huérfanos, niños sin hogar que no tienen acceso a la asistencia sanitaria.
En 2007, llego a Zambia el misionero belga, P. Pierre Ruquoy. Llego al país africano después de sufrir repetidas amenazas de muerte y la expulsión de la República de Santo Domingo, la CICM lo envió a una misión en la provincia central de Zambia, donde no había nada, no había parroquia, ni iglesia. En este lugar tan inhóspito, el misionero fundó el Sunflower, un orfanato que actualmente alberga a más de cien niños y ofrece comida y refugio a los niños más vulnerables. El sacerdote hasta ahora se ha dedicado al cuidado de los huérfanos del SIDA, dándoles esperanza y educación en un intento de contribuir a la reconstrucción de Zambia.
Por razones de salud graves, el padre Pierre se encuentra en Bélgica actualmente. Consciente de su estado de salud, ha querido contar a la Agencia Fides los últimos días pasados en la sabana africana antes de partir para someterse a una cirugía en su país natal. Entregándonos una especie de testamento espiritual: “Nuestra vida está en las manos de Dios y no sabemos cómo ni cuándo vamos a atravesar la puerta del Reino de los Cielos. Ante mi situación de salud, no me engaño demasiado y trato de convencerme de que tal vez ha llegado el momento de comenzar una nueva etapa de mi vida”, dice el p. Pierre. “Han sido días realmente especiales, cuando leeréis estas líneas, espero seguir vivo en mi tierra natal recuperándome de la extirpación de un tumor canceroso. Y, como en 2006, los zambianos me acogieron con con un ‘¡Bienvenido aquí!’, ahora es el momento de que me deseen ‘buen viaje y buena suerte’. Ellos son los que me presentarán a Cristo Jesús. Como todas las cosas importantes, esta colorida procesión con gran emoción, se ha realizado entre bailes, al ritmo de tambores”, concluye el misionero.
El P. Ruquoy había pasado unos 30 años de su vida en una misión en la República de Santo Domingo, en una zona llamada Barahona, en la frontera con Haití. Vivió en un bateye, las plantaciones de caña de azúcar en las que viven los cosechadores de caña, dejando el país en 2005. Zambia es hogar de más de un millón de niños huérfanos, la mayoría de los cuales nunca recibirán educación o asistencia sanitaria. A pesar de ser un país rico en recursos naturales, la mayoría de sus habitantes se ven obligados a trabajar en el campo. Más del 60% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza y el fenómeno de la corrupción es realmente desenfrenado. La Iglesia Católica está muy presente en Zambia desde hace más de 100 años, dedicándose a actividades sociales.
Agencia Fides
ÁFRICA/BURUNDI – “Salvaguardad la paz y la unidad”, el llamamiento de los obispos antes del referéndum constitucional del 17 de mayo
Bujumbura – “Llamamos a todos los burundeses a preservar la unidad y la paz”, escriben los obispos de Burundi en un comunicado sobre el referéndum constitucional del 17 de mayo sobre la reforma constitucional que tiene por objetivo aumentar la duración del mandato presidencial de 5 a 7 años, con no más de dos mandatos consecutivos cubiertos por la misma persona. La reforma está despertando fuertes críticas porque los opositores la ven como una estratagema del presidente Pierre Nkurunziza para mantenerse en el poder durante 15 años. Haciendo referencia al giro democrático que propiciaron los Acuerdos de Paz de Arusha que pusieron fin a la guerra civil, los obispos lamentan que desde el 2015 la democracia esté en crisis. Ese año el presidente Nkurunziza se presentó en las elecciones para conseguir un tercer mandato violando así la Constitución y los mismos acuerdos de Arusha y provocando una grave crisis política, institucional, social y económica que ha llevado a millones de Burundi a buscar refugio en los países vecinos.
La nueva reforma de la Constitución, según los obispos, va contra la propia Carta Constitucional. “De hecho, conviene revisar si se han tenido en cuenta las disposiciones del artículo 299 de la Constitución que actualmente nos rige. Este artículo establece que no se puede aplicar ningún procedimiento de revisión si este socava la unidad nacional, la cohesión del pueblo de Burundi o la reconciliación”.
«Como se puede ver, en lugar de unir a los burundeses, el trabajo realizado y el borrador de constitución resultante parecen haber exacerbado las diferencias. En nuestra opinión, como ya dijimos, el momento para una profunda modificación de la Constitución no es el oportuno”, afirma el texto enviado a la Agencia Fides.
Al concluir la declaración, los obispos instan a los burundeses a no caer en la desesperación: “Las elecciones pasan y la vida continúa. Cualquiera que sea el resultado, si el “sí” gana, nos regirá una nueva Constitución. Si gana el “no”, mantendremos el gobierno que nos gobierna actualmente. Lo que importa es que los burundeses permanezcan unidos, que se comprometan en salvaguardar la paz y en tratar de promover la democracia”.
Agencia Fides
Amref África, Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional 2018
La ONG tiene como objetivo dar acceso a una sanidad básica de calidad a todas las comunidades de ese continente
La ONG Amref Health África y su división española Amref Salud África han obtenido el Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional 2018, fallado este martes en Oviedo. Ambas organizaciones internacionales, de origen y gestión completamente africanos, tienen como objetivo dar acceso a una sanidad básica de calidad a todas las comunidades de ese continente.
El jurado, reunido en Oviedo, ha destacado «el esfuerzo sostenido para dar respuesta a millones de personas en el continente africano, complementando la acción de los sistemas locales de salud». El fallo destaca iniciativas como la de las avionetas ambulancia (flying doctors), que han hecho posible llegar a poblaciones más vulnerables y remotas que no tendrían acceso regular a servicios sanitarios. También ensalza su esfuerzo para erradicar la mutilación genital femenina con acciones de sensibilización social y cultural y sus programas de formación a distancia para fortalecer capacidades locales en la lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria.
Amref —siglas en inglés de Fundación Africana para la Medicina y la Investigación—trabaja en una treintena de países africanos y ha atendido en sus sesenta años de existencia a unos 110 millones de personas y formado a doce millones de trabajadores de la salud. La ONG desarrolla proyectos de salud materna e infantil, lucha contra el VIH, la tuberculosis o la malaria de los que nos hemos ocupado en la sección Planeta Futuro; también se encargan de la formación de personal sanitario local —con especial énfasis en la capacitación de matronas— y promueve la investigación.
Ejemplo de su labor es el proyecto para rescatar, rehabilitar, resocializar y reintegrar a niños de la calle en Dagoretti, uno de los slums de Nairobi (Kenia), que implementa desde 2001. También en aquel país, trabajó para llevar agua potable a la población de Lpetpet, en una zona aislada al noreste. Así, desde 2007 los habitantes de esta comunidad tienen grifos, saneamiento y abrevaderos para sus animales, lo que no solo supone que ya no sufren enfermedades relacionadas con el consumo de agua contaminada, sino que las mujeres y niñas no tienen que emplear gran parte de su jornada en ir a buscar el vital elemento.
La organización se ha impuesto entre las 26 candidaturas de 17 nacionalidades que optaban al galardón, el tercero que falla la Fundación Princesa de Asturias en la XXXVIII edición.
El País