AUTOR: FRANCISCO PLEITE GUADAMILLAS*
Hemos sido testigos estos años de las llegadas de decenas de miles de migrantes africanos a las islas de Lesbos y Lampedusa, ahora el foco se centra en Canarias. Empiezan a resultarnos familiar los nombres de Barranco Seco y el puerto de Arguineguín, sustitutos de Moria y Kará Tepé, distintos nombres misma situación. Este año a través de la denominada ruta canaria han llegado más de 18.300 migrantes y en ella han perecido se calcula que más de 600 personas, porque lo muertos nunca se saben cuántos son, porque el mar se queda con ellos como un tributo y nadie los espera al otro lado. Parten en endebles embarcaciones desde la costa del Sáhara Occidental, del sur de Marruecos, de Mauritania y de Senegal, distante casi 1.500 kilómetros de Tenerife. Ni la distancia, ni el mar, ni el clima disuaden a los migrantes de intentar llegar a suelo europeo, porque en su tierra han perdido toda esperanza de subsistir con dignidad.
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