

Gloria Sedes, Hermana Blanca, sale a visitar a la gente.
A los que hicimos nuestra su pasión por Dios y por África, allí nos envió Lavigerie a misionar. Su pedagogía es sencilla: Ir hacia la gente, visitarlos, aprender su lengua, conocer su mentalidad y costumbres.
Hombre de acción, nuestro Fundador estaba persuadido de la necesidad de conocer el entorno en el que nos instalábamos, para ello nos decía: “extender vuestras relaciones por todo el país”. La primera palabra la tienen las personas del lugar, y es capital comprenderla. “Poner la lengua por escrito, recoger antes de que se pierdan las historias de la tribu y las leyendas de los ancianos”,
nos decía. Si, los del país son los que saben, los de fuera, hemos de aprender. Los Bambaras del Mali dicen: “Que la gallina se cobija bajo el granero, lo sabe hasta el extranjero, pero que se cobija bajo las acederas, sólo el de casa lo sabe”.
La iniciación se hace a través de giras, salidas y visitas a domicilio. En las visitas a domicilio las hermanas debían acercarse a las mujeres y a las jóvenes del barrio para establecer la confianza y poco a poco ir ampliando el círculo, sin olvidar, que el objetivo de
estas visitas era el apostolado. Para Lavigerie “la fidelidad a las visitas era una marca de celo apostólico”.
Las salidas a los pueblos cercanos y las visitas, son para nosotras, verdaderas actividades apostólicas. Realizada con cuidado y atención, esta pedagogía resulta de gran ayuda para conocer a la gente, serles útiles, consolarlos y acercarlos a los valores del Evangelio. Sin las visitas a la gente nos falta algo, pues nuestro deseo es conocerlos mejor, compartir sus alegrías, penas y preocupaciones. En una palabra, mostrarles nuestra amistad”.
Había que proceder ordenadamente, anotando las casas visitadas, los nombres de los enfermos allí presentes, los bautizos realizados, e informando fielmente a los responsables de la misión. “Llevarán un registro, para anotar el nombre del niño, el nombre nativo y el cristiano. Los nombres de los padres, la edad y la fecha”.
Incluso cuando las hermanas se ocuparon de escuelas, dispensarios y otras obras que las tenían ocupadas toda la semana, el domingo, los días festivos y sobre todo durante las vacaciones, en bicicleta o a pie, iban a visitar a sus alumnos, enfermos u otras
personas. Aun hoy, a pesar de los cambios sociales, es normal acompañar a la hermana recién llegada a la comunidad a visitar a los vecinos, y ponerla en contacto con ellos.
El gusto por la relación con las personas y el espíritu de cercanía y de encuentro, sigue siendo una característica importante de los Padres y Hermanas. Ir al encuentro de la gente nos ha marcado y nos procura una gran alegría, sea cual sea la edad.
Recuerdo a una hermana con 85 años, a quien un funcionario pidió ayuda para el recuento de la población extranjera del barrio. La hermana, sin más, le dijo rápidamente: “ya está hecho, hay 420 personas” y le mostró en una hoja, los países a los que pertenecían”.
Salir de casa, de sí mismo e ir hacia la gente, sin esperar que la gente venga a nosotros, ¿no es lo que necesitamos hoy?
Finita Martínez, mnsda (Revista AFRICANA)