

Pauline Jaricot, la última de los siete hijos de una familia de comerciantes de seda, nació en Lyon el 22 de julio de 1799, en una época difícil para la Iglesia en Francia. El clero estaba dividido: por un lado, los sacerdotes «juramentados» de tendencia galicana y colaboradores con el gobierno estatal y, por otro, los sacerdotes «refractarios», fieles a Roma.
Muy vivaz, llevaba una vida despreocupada en un entorno muy religioso y acomodado. Le encantaban los bailes y las fiestas.
Una conversión deslumbrante
El Domingo de Ramos de 1816, acudió junto a su hermana a una celebración en la iglesia de Saint-Nizier. El sermón del padre Wurtz sobre «las ilusiones de la vanidad, del ser y del parecer» la hizo reflexionar e inmediatamente pidió consejo, que se materializó en las siguientes palabras: “Ofreceos sinceramente a Nuestro Señor para que realice sus planes en vos”. Pauline consideraría aquel día como el día de su conversión.
Su vida cambió y comenzó a vestir con más sencillez. Visitaba a los pobres, a los presos, a los enfermos y acogía a los niños de la calle. El 25 de diciembre de 1816, en Fourvière, hizo voto de castidad, permaneciendo laica.
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