UNGIDOS. Materiales para el 4º Domingo de Cuaresma-A-
17 marzo, 2023
Domingo 4 de Cuaresma – ciclo ‘A’ -: J.A. Pagola
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4º domingo de Cuaresma, 19 marzo 2023: Echeverría

1 Samuel 16,1.6-7.10-13ª   —   Efesios 5,8-14   —   Juan 9,1-41

 

El Evangelio de Juan se presenta como una serie de escenas, a menudo descritas en el contexto de una fiesta religiosa, la de los Tabernáculos en el relato de hoy. Cada escena revela un aspecto de la personalidad de Jesús, de la salvación que nos ofrece, de su acción en el mundo. «Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo«, explica Jesús al comienzo del relato, dándole así sentido a la curación del ciego que sigue a continuación, y a la acción que Jesús quiere ejercer hoy en el mundo a través de nosotros, sus discípulos («Vosotros sois la luz del mundo«, nos dice en el Evangelio de Mateo). Al leerlos, se podría decir que los textos de Juan son «demasiado» ricos y que sus escenas se asemejan a sinfonías, ya que le gusta entrelazar varios temas a la vez. Dado que la curación del ciego de nacimiento en este capítulo 9 es tan conocida como rica en significado, he limitado mi meditación a tan sólo dos de sus temas.

«Maestro, ¿Quién pecó: éste o sus padres, para que naciera ciego?» ¿Es todo sufrimiento una consecuencia del pecado, como los discípulos y la mayoría de la gente creía entonces? Y si éste no es el caso, ––»Ni éste pecó ni sus padres«, responde Jesús––, ¿Cuál es el origen del mal? Y ante todo, ¿qué es el mal? Nadie ha sido capaz de responder a tales preguntas. Sabemos, sin embargo, que si un virus más fuerte no suprime al más débil, y el león no mata a la gacela… la evolución que causó que los humanos emergieran del polvo de las estrellas habría sido imposible. Pero al mismo tiempo nuestro corazón querría (¿Intuición? ¿Esperanza? ¿La chispa divina que nos habita?) que la evolución hacia un mundo mejor, en la que los humanos se han convertido ahora en los actores principales, se pudiera lograr con menos dolor, menos confrontación, menos matanzas, de una manera más «humana», y no simplemente eliminando a los más débiles. 

«Ni éste pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios« es la respuesta de Jesús. La evolución que Jesús nos propone, ––y su forma de actuar es un ejemplo––, cuida de los más débiles, para que no sean aplastados por una sociedad que adora a los vencedores. Desde su nacimiento, el ciego era débil, vulnerable. Y la sociedad, las autoridades religiosas, los fariseos e incluso sus padres, estaban decididos a que permaneciera vulnerable y sumiso incluso después de su curación, tan extraña y fuera de lo común: «Ellos le replicaron: Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros? Y lo expulsaron«. Es en ese momento, cuando a su vez Jesús se está volviendo socialmente débil y vulnerable («Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ése no sabemos de dónde viene»), que Jesús viene a buscarlo para hacerlo discípulo y amigo.

Texto completo: 4ºCuaresma-A-Echeverría

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Manolo Fernández