Aunque de sobre sabemos que sólo somos una entre miles de millones de personas a lo largo del espacio y del tiempo; y que no sólo no somos imprescindibles, sino que podemos desaparecer sin dejar huella y sin que la realidad sufra menoscabo ni la historia se detenga; sin embargo, como también percibimos claramente y sabemos con certeza que cada persona “es única e irrepetible”, forma parte de nuestra conciencia vital la tendencia a que ese granito que somos sea identificado e identificable entre toda la arena del desierto…
Hace años, siendo párroco de un pequeño pueblo que sufría la invasión turística veraniega de los adictos a la playa, en una ocasión un pudiente feligrés ocasional de entre ésos que se tuestan al sol desde la sombra de sus millones, honrado y devoto, y cuya privilegiada situación económica y riqueza era conocida por todos, tras la celebración de la Misa dominical me abordó privadamente en la sacristía, y sacando la cartera extrajo unos billetes de esos grandes diciéndome solemnemente: “Padre, tenga esto como donativo para la parroquia. No he querido ponerlo en la bandeja de la colecta para no hacer ostentación”. Yo lo añadí impertérrito a la colecta, pero quedé algo perplejo por tan chocante y peculiar consideración de lo que es “hacer ostentación”… Estaba claro que, siendo como era una persona honrada y normalmente discreta, no quería que todos los feligreses habituales del pueblo vieran con ojos desorbitados cómo él añadía sus billetes entonces verdes a la calderilla y las monedas del cestillo y lo sintieran como un menosprecio, desafío o prepotencia; o que anduvieran luego haciéndose lenguas de su fortuna y de su generosidad; pero no es menos evidente que sí buscaba el reconocimiento del párroco, y ante él la ostentación sí que era querida y manifiesta… Nada que objetar… pero en resumidas cuentas, salvando la sinceridad, generosidad y honradez que deben siempre suponerse (a pesar de posibles dudas y de indicios “sospechosos”…), lo que es indudable es que este rico lo que no podía concebir es pasar desapercibido…