Una crisis sanitaria como la que vive el mundo es el tsunami perfecto para sumar más muertes a las que ya ha provocado el nuevo coronavirus SARS-CoV-2. De cumplirse los peores pronósticos y en tan solo seis meses, asistiríamos cada día a la muerte de hasta 6.000 niños más por enfermedades que se pueden prevenir. En medio año, alrededor de 1,2 millones muertes más de niños por la reducción de la cobertura de los servicios médicos rutinarios en, al menos, 118 países con sistemas sanitarios frágiles y de ingresos bajos y medios. Estas potenciales muertes infantiles se sumarían a los 2,5 millones de niños que ya mueren cada seis meses en el mundo. Unas cifras escalofriantes que podrían echar por tierra casi una década de avances para poner fin a la mortalidad infantil.
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