| Francisca Abad Martín
Según nos cuentan Tertuliano y Orígenes, en Inglaterra había penetrado el cristianismo desde muy antiguo y continuó su expansión durante el Imperio Romano, sucedió no obstante que después de esta etapa floreciente, se produjera la invasión de los sajones, durante los siglos V y VI y las luchas habidas entre éstos y los bretones fue motivo para que las Islas Británicas cayeron en la idolatría, sobreviviendo a este desastre algún pequeño núcleo de cristianos en las montañas de Gales.
Las noticias que tenemos de Agustín de Canterbury el evangelizador de las Islas Británicas, se las debemos a un monje benedictino inglés, fallecido en el año 735, llamado Beda el Venerable, escritor y erudito, quien escribió, entre otros libros, uno titulado “Historia eclesiástica gentis Anglorum”, escrito en latín, en el que nos cuenta cómo el abad Agustín, junto con otros 39 monjes, fueron enviados por el Papa Gregorio I (San Gregorio Magno) a evangelizar Inglaterra.
Gregorio había fundado en Roma el monasterio de San Andrés, del que era su abad y cuando a Gregorio le eligen Papa, deja como sucesor en el cargo a Agustín, bien conocido y estimado por la solidez de sus virtudes y su espíritu ardiente y emprendedor. Entonces Gregorio I ya papa, piensa en la idea de enviar un grupo de misioneros para que acometieran la grande y difícil empresa de evangelizar Inglaterra. Ya se le había ocurrido antes la idea de comprar esclavos jóvenes de ese país y prepararlos para el sacerdocio, para después enviarlos allí como misioneros, de este modo no tendrían problema con el idioma, pero se dio cuenta de que esto llevaría muchos años, por eso se decide a enviar a los monjes de San Andrés, con Agustín al frente.
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