Ellos son los grandes olvidados de nuestro siglo. Quién se acuerda ya de aquellos tiempos de niño en que un cristiano no podía irse a dormir sin antes haber recitado aquella oración que decía: Ángel de mi guarda, dulce compañía,/ no me dejes solo, ni de noche , ni de día/ hasta verme reposar en los brazos de Jesús y de María.
El calendario litúrgico ha dejado señalada una fecha determinada para honrar la memoria de los ángeles custodios. La celebración de esta festividad es relativamente tardía. Por primera vez ya en el siglo XV vemos como en la ciudad de Valencia se comienzan a hacer actos conmemorativos en honor al ángel custodio de la ciudad, pero la celebración propiamente dicha de los ángeles custodios es algo que no llega hasta finales del siglo XVII. En principio esta festividad se venía celebrando el día 1 de Marzo, bajo la denominación del “santo ángel de la guarda”, pero en el año 1973 fue traslada al día 2 de Octubre, siendo papa Pablo VI. Para que vayamos aclarándonos conviene decir que el tratamiento de los ángeles custodios no es cuestión que deba hacerse desde el punto de vista hagiográfico, como si se tratara de un santo cualquiera, sino desde la perspectiva teológica, teniendo en cuenta la doctrina que sobre ellos ha ido acumulando la Iglesia durante siglos.
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