Ninguna guerra es justa. Este es el mensaje que el papa Francisco ha estado repitiendo desde que comenzó la guerra en Ucrania a finales de febrero. En ninguno de los 30 discursos públicos en los que ha mencionado este conflicto desde el 24 de febrero, el papa ha hablado de «guerra justa», incluso para describir la batalla que se libra contra el agresor ruso -al que Francisco nunca ha nombrado explícitamente-.
Para Francisco, si esta guerra es realmente «bárbara», «sacrílega», «inhumana» o «cruel», nunca está justificada. «Toda guerra nace de una injusticia, siempre. Porque hay una lógica de guerra. No existe una lógica de la paz», afirmó el 3 de abril ante los periodistas en su vuelo de regreso de Malta a Roma. Al sostener esta posición, el papa aplica de hecho una doctrina que viene promoviendo desde su elección al trono de Pedro.
Desde el inicio de su pontificado, el papa no ha dejado de pedir el desarme. Son innumerables las ocasiones en las que ha abogado por una transferencia de las inversiones estatales en armamento a la educación o a la lucha contra el hambre. Un indicador de esta postura es la condena de cualquier «guerra justa» en su encíclica de 2020, Fratelli tutti. «Ante esta realidad, hoy es muy difícil sostener los criterios racionales madurados en otros siglos para hablar de una posible ‘guerra justa'», afirma. Su posición es aún más fuerte en la nota 242 de la encíclica, cuando se refiere al «concepto de ‘guerra justa’ que hoy ya no sostenemos».
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