
Domingo de la Sagrada Familia: lecturas de la misa
En esta lectura se nos narra la “ pérdida de Jesús” de la mirada de sus padres María y José volviendo a Jerusalén.
María y José, juntos en el camino de vuelta a Jerusalén, pasaron tres días de incertidumbre y angustia, buscando a Jesús, sin culpabilizarse el uno al otro dentro del matrimonio de la pérdida de su hijo.
Cuándo le encuentran, Jesús está en otros asuntos, los “asuntos del Padre” . Sus padres, cómo hubiésemos hecho todos, lo toman como un maltrato hacia ellos, Jesús seguro de estar cumpliendo con su misión, les contesta con la extrañeza de que ellos no entendieran su comportamiento, sin querer que ellos lo estuvieran pasando mal.
A pesar de que sus padres no lo entendieron, no le chillaron, no le castigaron, confiaron en su hijo y volvieron los tres juntos a casa, viviendo con ellos bajo sus normas.
Soy hija, mi madre en este momento acaba de cumplir 92 años, también soy madre de dos hijos, y además, en este momento, esperando a ser abuela por primera vez.
Cuando mis hijos tenían 13 y 15 años iniciamos en los veranos salir de casa juntos y con otros amigos para conocer de primera mano las condiciones de vida de las personas, en diferentes proyectos de cooperación, en países del Sur.
Cada familia podrá hacerlo a su manera, crear en la familia un lugar de cuidado, d
iálogo, compresión y apoyo, unos con otros. Para nosotros ha sido este, el lugar dónde conocernos mejor, al intentar cooperar entre nosotros y en el lugar dónde nos encontrábamos para disminuir las «inequidades» (desigualdades injustas) que nos separan al Sur del Norte. Aprender a despertar nuestras conciencias juntos ante lo que veíamos y vivíamos allí. Creo que esto ha hecho más fácil el resto del camino, porque luego de vuelta a casa, les podíamos recordar que era «de justicia» hacer las tareas de la casa entre todos, negociar la hora de vuelta a casa por las noches cuando salían o negociar cualquier otra diferencia de postura, que atañía a la marcha de la familia. Siempre partiendo de premisas como que todas las personas somos iguales con los mismos derechos y que el lugar de nacimiento ha sido fruto del puro azar, y que visto lo visto teníamos que colaborar cada uno desde su edad y lugar, a que esas diferencias fueran los más pequeñas posibles.
Muy importante confiar en nuestros hijos más que controlar, muchas sobremesas charlando y preguntándonos como hemos tenido el día cada uno, como hicieron María y José y estando unidos los dos frente a la educación de Jesús.
Y como hija, no podré olvidar hace 2 años cuando mi madre estaba todavía mejor, en mi penúltimo viaje al Sur, cuándo me dijo, …” y ahora te vas y me dejas cuándo me queda un telediario “… y eso que ella siempre nos ha animado a irnos y ayudar en lo que pudiéramos, ella decía ya que yo no puedo, ir vosotros, qué difícil…
Como he escuchado en alguna ocasión: «el mundo puede cambiar, pero no lo va a hacer solo». Se necesita de nuestras manos y nuestros pies, guiadas por Jesús, para conseguirlo.
Marisa

Aquí estamos (de izda. a dcha. Manu, Marisa y María)
en Etiopía conociendo el proyecto del padre blanco Ángel Olarán