La noticia adelantada por El País de que la Unión Europea opta por irse del Sahel se veía venir. A partir del 18 de mayo no se renovará EUTM Mali, la misión de entrenamiento que se lleva a cabo desde 2013. Lo normal es que donde no te quieren no estés y es entendible que no le quieran. En los últimos diez años, los soldados enviados por la Unión Europea a cubrir el Sahel no solo no han mejorado la situación, sino que no han podido frenar la espiral yihadista.
El anuario del Observatorio Internacional de Estudios de Terrorismo muestra que cada año los datos son peores. En África occidental se concentran la gran mayoría de los ataques yihadistas del mundo. Tan solo entre Burkina Faso y Mali se concentran el 49% mitad de las 9.572 víctimas de yihadismo en todo el mundo. En el Sahel se dieron 1.629 de los 2.304 atentados a nivel mundial, una cifra que sigue subiendo un 30% respecto al año anterior.
La lectura occidental podría ser cortoplacista de estos datos: no ha servido de nada el liderazgo vía golpes de Estado de juntas militares y su visión antieuropea. Rusia no les ayuda a bajar las muertes ni ellos son más efectivos. En parte es verdad, pero la realidad es que la tendencia viene de lejos y es difícil revertirla en unos años. También es verdad que desde 2021 a 2022 aumentaron un 77% las muertes por violencia política en Burkina Faso y un 150% en Mali.