En marzo de 2014, cuando comenzó el brote del ébola, la emoción que predominó fue el miedo. Apenas teníamos información pública sobre cómo equipar a los trabajadores sanitarios que estaban en primera línea o sobre cómo proteger a los ancianos, las mujeres embarazadas, los niños, niñas u otras personas vulnerables. Los medios de comunicación destacaban los peores escenarios y prevaleció el pánico.
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La pandemia de covid-19 ha revivido esa misma sensación de incertidumbre, aunque existen diferencias entre una emergencia y otra. Sabemos, por ejemplo, que la tasa de mortalidad del ébola era mucho más alta. La prevención era vital en la fase inicial. Cuando todo estalló, desde Plan International ofrecimos nuestro apoyo a las autoridades sanitarias, que tenían muy pocos recursos, particularmente en las comunidades donde trabajábamos.
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