La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) dejó una Europa destrozada y un mundo herido moralmente. Ocasionó alrededor de 60 millones de muertos, multitud de ciudades bombardeadas, práctica de crueles torturas, campos de exterminio como el de Auschwitz y Manthausen entre otros muchos y el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki. Fue todo un cúmulo de muerte, sufrimiento y desesperación.
Después de los horrores de esta guerra, representantes de 50 países se reunieron en San Francisco, California. Fundaron la organización internacional de Naciones Unidas (ONU) con el objetivo de que nunca más los humanos recurriéramos a la guerra para resolver los conflictos que pudieran surgir entre las naciones. En la Carta de fundación de la ONU se establece una serie de artículos en orden a la protección de los derechos humanos, la distribución de ayuda humanitaria, el apoyo al desarrollo sostenible y a la acción climática
La ONU fue una esperanza. Después, en 1948 Naciones Unidas elaboró y aprobó la Declaración Universal de Derechos Humanos, que es uno de los grandes logros de la humanidad.
Han pasado 77 años de la creación de la ONU, sin embargo, las guerras e intervenciones militares no han cesado y hoy estamos al borde de una tercera guerra mundial. La ONU no ha sido capaz de dialogar y evitar la guerra que hoy se está viviendo en Ucrania ni las tensiones político-militares entre Estados Unidos y China que pueden desembocar en una hecatombe mucho peor que las anteriores guerras mundiales. Son muchos los responsables, que afectaría no solamente a la humanidad sino al mismo Planeta Tierra. Por otra parte, Naciones Unidas ha venido emitiendo resoluciones que no se cumplen (vg. conflictos palestino-israelí, saharaui, kurdo, tamil, rohingyas…). Es una organización que está controlada por las grandes potencias: Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido y Francia, que integran el Consejo de Seguridad.
El sacerdote Miguel D,Escoto Brockmann, siendo ministro de relaciones exteriores del gobierno sandinista de Nicaragua, en el 2008 fue elegido presidente de la Asamblea General de Naciones Unidas. Ahí observó que esta organización no es eficiente. Comprobó con gran decepción que la ONU existente resultaba frustrante e inoperante porque en su diseño inicial se incluía como determinante y válido el voto de una minoría muy poderosa para mantener el control e incluso el recurso a la guerra, aunque fuese con el voto en contra de la mayoría de las naciones. Comprobó, asimismo, la utilización que las grandes potencias hacen de esta organización en función de sus intereses.