| Alberto Roselli. Diácono y periodista
Desde septiembre de 2013 cuando se anunció la creación del consejo de Cardenales como equipo que junto al Papa Francisco trabajarían en una nueva Constitución que regule la críptica y poderosa Curia Romana, se espera el documento que, a medida que pasaba el tiempo sólo pudo saberse que se llamaría “Praedicate evangelium”.
Y sorpresivamente en el mediodía romano en la solemnidad de San José, vió la luz.
Sorpresivamente, porque nada indicaba que ya estaba lista, sino en proceso de revisión y correcciones.
Sorpresivamente para muchos, pero no para Francisco: es muy propio de él, sin ruidos ni estertores, ejercer –hacer más que decir- su ministerio desde la confianza plena en Dios y sus intercesores.
Ya vendrán multitudes de análisis concienzudos y detallados del documento.
Lo primero a decir es que además del transparente perfil profético de Francisco, anunciar, hacer, caminar, recibir afrentas, seguir caminando, sonreír, acoger, integrar, ocuparse, anunciando al Único que salva y llena los corazones de paz y de vida aún en medio del dolor, el Papa deja bien claro lo que tiene seguro que el Espíritu Santo quiere en estos tiempos: una nueva mirada de Iglesia.
Por eso, ahora que se piensa, no es nada sorpresivo que el Papa Francisco haya publicado este esperado documento en el día de uno de los santos más potentes y venerados por la Iglesia desde siempre. Y uno de los que Francisco mismo se confesó muy devoto.
Por eso estas líneas son apenas impresiones primarias y básicas de quien escribe, pero que han causado una verdadera conmoción interior que pretende compartirse.
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