por admin | Mar 3, 2023
La gestión de comunidades de religiosos/as mayores como estructuras autónomas, no dependientes de las propias Congregaciones, al menos en su liderazgo, es ya una realidad. No podemos continuar como estamos ahora y es cierto que los recursos que tenemos son cada vez menores; ha llegado el momento de entregar el testigo y poner en manos de profesionales esta hermosa misión.
No obstante, esta entrega ha de hacerse siempre desde la esperanza, porque creemos verdaderamente que vamos estar mejor atendidos; desde la gratitud porque, aunque no se hagan las cosas como “lo hemos hecho siempre”, sabemos que su único objetivo va a ser el de cuidarnos lo mejor posible y, desde la confianza en el apoyo y la ayuda que pueden brindarnos.
Estamos hablando de un cambio de mirada, de una apertura de mente y de acoger otra forma de gestionar como válida. Es importantísimo ser conscientes de que estos trabajadores que se incorporan en nuestras casas, que asumen nuestra vulnerabilidad y desean atenderla, no están directamente a nuestras órdenes, ni son superiores laicos ni consagrados que tienen que dedicarse a ello 24 horas/7 días a la semana, como nosotros lo hacíamos.
Son profesionales que vienen a asumir una labor y a desarrollarla de la forma más adecuada y adaptada posible a lo que cada Instituto requiere, en línea con las necesidades de las Casas y el servicio acordado con la Curia general o provincial, pero no podemos olvidar que tienen que gestionar nuestras casas cumpliendo una normativa y garantizando unos estándares de calidad, de acuerdo a una serie de procesos y procedimientos. Por supuesto que tienen que conocer nuestra historia, respetar nuestro carisma y en la medida de lo posible favorecer nuestro estilo de vida, pero no podemos ni debemos pretender “domesticarlos”.