Es casi seguro que Kagame siga aquí durante algún tiempo, pero cuando Ruanda mire hacia el futuro, puede que necesite o incluso exija un cambio de mando.
Publicado el 4 de mayo de 2023 Por The Conversation
El partido gobernante de Ruanda, el Frente Patriótico Ruandés (FPR), concluyó recientemente su 16º congreso. En él se cumplieron 35 años de su existencia. La pieza central, sin embargo, fue la elección como presidente del país, una vez más, Paul Kagame. Con el 99,9% de los votos (2.099 de los 2.102 disponibles) Kagame fue reelegido y quedó en condiciones de presentarse a un nuevo mandato electoral en 2024.
La Constitución permite a Kagame presentarse a la reelección hasta 2035. Queda mucho para eso y no ha indicado cuándo estaría dispuesto a iniciar una transición de él mismo. Ha reconocido la necesidad de un cambio, como tantas veces implora a su partido que reflexione sobre el cambio en la continuidad. A sus 65 años, nada indica que vaya a abandonar el escenario.
Kagame, que había sido el impulsor del brazo armado Inkotanyi del FPR, asumió la presidencia del partido en 1998. Desde entonces, ha demostrado ser un astuto operador político, derrotando a enemigos políticos (reales e imaginarios). También se ha forjado una imagen mesiánica y una reputación de líder sin pelos en la lengua. Por todas estas razones se ha convertido en un icono internacional que se quiere y se odia. En Ruanda, la opinión pública apoya en gran medida su legado.
También está claro que sólo Kagame decidirá el momento en que él desee abandonar el escenario político. Como investigador y autor a largo plazo de la transformación política de Ruanda, creo que hay cinco razones para ello. Entre ellas, el papel de su partido para mantenerle en el poder, así como rasgos de su personalidad.
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El Frente Patriótico Ruandés, una potencia económica
El dominio y la longevidad de los partidos políticos a veces se reducen a una simple cuestión: las finanzas. El Frente Patriótico Ruandés ha demostrado que tiene de sobra y la ha utilizado para eclipsar a todos los demás actores políticos. Ha construido una infraestructura financiera autosuficiente respaldada por su profunda implicación en la economía. Si los bienes inmuebles fueran una prueba, su sede de más de 10 millones de dólares en la capital es prueba de su influencia financiera.
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Esto es lo que le hace simpatizar incluso con quienes discrepan de su política. Como tal, Ruanda es uno de los países menos corruptos y más fáciles para hacer negocios del África subsahariana. Eficacia, menos burocracia y transparencia son las claves de un entorno propicio.
David E Kiwuwa, Profesor Asociado de Estudios Internacionales, Universidad de Nottingham.
Traducido por Kevin Cogolludo Fitzpatrick / Revisado por Ana Reinares Marín
Fuente Por The Conversation:
