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La frase se recoge en una charla organizada por TED en Arusha en junio de 2007. Por entonces las noticias sobre este joven ya habían saltado de los medios locales a los internacionales.
El niño que domó el viento está basada en una historia real. Es una de esas películas inspiradoras, pero que no deja de lado la situación política y social del Malawi rural de principios de siglo. La crisis alimentaria es el marco para una cinta que aborda temas como la corrupción gubernamental y el cambio climático, claves para entender el contexto en el que se encontraba el país.
El joven, interpretado por el actor keniano Maxwell Simba, nunca se dio por vencido e impuso su imaginación frente a los problemas diarios de su familia y vecinos. Y en el Malawi de 2001, el problema era el hambre.
“La historia de William es una historia universal y creo que es parte del compromiso y la creatividad de los jóvenes y su espíritu profundo”, dice Ejiofor, que además interpreta al padre de William, Trywell, en la cinta.
Con tan sólo catorce años, Kamkwamba ideó un molino de viento de cinco metros de altura. Una idea que fraguó en el colegio local Kachokolo; ese mismo del que fue expulsado cuando su familia no pudo pagar los 80 dólares anuales de la matrícula. Con su determinación, y gracias a la complicidad de su profesor de ciencias y a la librera, el joven continúo yendo a la biblioteca del centro educativo. Allí encontró un libro titulado Using energy (Utilizar la energía), el germen que cambió el devenir de su familia y sus vecinos. (…).
El gobierno intentó ocultar la crisis alimentaria que azotó el país y que condujo la rutina hacia un laberinto sin salida. Con las grandes compañías madereras asolando los bosques, la tierra se quedaba sin barreras naturales para evitar las inundaciones en la temporada de lluvias.