Uno tenía 10 años. Había nacido en Costa de Marfil, y se coló en el tren de aterrizaje de un avión de Air France. Los operarios del aeropuerto francés Roissy-Charles de Gaulle encontra- ron su cadáver, muerto de frío duran- te el vuelo. El otro apenas tenía unos días de vida. Nació a bordo de una patera, y no logró resistir la dureza del trayecto hacia Canarias. Estos dos pequeños anónimos muestran el rostro más duro de la migración, y los riesgos que personas desespe- radas están dispuestas a asumir por lograr un futuro mejor. Un drama que «no puede dejarnos indiferen- tes», ha asegurado la Comunidad de Sant’Egidio en Francia.
Para seguir leyendo: https://alfayomega.es/documentos/anteriores/1150_16-01-2020.pdf