«Objetivamente hablando, si vuelves a Lampedusa, nada ha cambiado». Este cáustico comentario proviene de un atento observador del pontificado de Francisco, ya que acabamos de hablar con él la perspectiva de la 107 Jornada del Emigrante y del Refugiado, que ha tenido lugar el domingo 26 de septiembre. ¿A qué se refiere? A aquel primer viaje a Lampedusa en 2013, que nadie en Roma ha olvidado. Y desde entonces, no pasa una semana sin que Francisco hable del destino de los migrantes. Ángelus, homilías, discursos, mensajes, el papa no deja de interpelar a quienes le escuchan.
A lo largo de los meses, ha elaborado una doctrina que ha seguido desarrollando en torno a cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar. Pero ¿Qué sentido tiene?, se preguntan algunos en el fondo, antes de preguntarse, no sin escepticismo: ¿Cuál es el peso real de las palabras del papa Francisco cuando habla de los migrantes?
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«Signo de los tiempos»
Este miembro del círculo del papa explica que, para Francisco, las olas migratorias que afectan a Europa son «un signo de los tiempos». «A los habitantes del Viejo Continente, a los que a veces percibe como niños malcriados, les dice: ‘Europa, llena de ti misma, presa de un invierno demográfico sin precedentes, ¿Qué haces con tu hermano? ¿Quieres morir llena o quieres compartir con tu hermano y abrirte a él?'». Este es el mensaje que el papa Francisco recalca en su encíclica Fratelli tutti, incluso más que en su anterior, Laudato si’, publicada en 2015.
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