Aveces hay palabras y pensamientos que se asientan en el corazón y que son origen de una determinación de cambio en la persona, como por ejemplo cuando estamos meditando la Palabra y sentimos que Dios nos acaricia, o con un mensaje que recibimos o con una frase que alguien nos dice en un momento determinado.
Recuerdo lo que compartió conmigo en una ocasión una religiosa (en ese momento madre general de su congregación), que viajaba desde España a Venezuela con un maletín cargado de dinero para pagar las nóminas de todo un año de las hermanas y empleadas de un colegio de educación especial que tenían en una zona muy deprimida. Me contó que al llegar al aeropuerto se le acerca un joven del barrio, que se le hacía ligeramente conocido, y en un abrir y cerrar de ojos le sustrae el maletín y le dice al tiempo que se echa a correr “yo se lo llevo doñita”. En cuestión de milésimas de segundo, bloqueada por el susto, la religiosa alcanzó a decir “confío en ti”. Sólo eso, “confío en ti”. Imaginaros cuál fue su sorpresa cuando al llegar al colegio se encontró en la puerta al muchacho, sentado en el suelo con la maleta entreabierta, sonriéndole y diciéndole “madrecita, aquí tiene su plata, … por confiar en mi”.
Para seguir leyendo: https://institutohumanitate.org/blog/index.php/2020/05/14/la-mirada-que-contagiamos/