En este artículo se analiza el contexto internacional y cómo afecta a la evolución de los acontecimientos en Sudán.
La alianza entre Washington y Moscú
Tras la destitución de Omar al-Bashir, Estados Unidos y la Unión Europea trabajaron de la mano con las Naciones Unidas para planificar un proceso de transición que le quitara el poder al pueblo. Las embajadas occidentales en Jartum organizaron numerosas reuniones para estudiar el alcance de la movilización popular.
Estados Unidos cooperó con Israel para forjar nuevas relaciones entre los generales genocidas de Sudán al incluirlos en los llamados Acuerdos de Abraham. Los generales bajo el mandato de Bashir habían luchado de parte de Francia y EE. UU. para destituir a Gadafi, además de haber luchado en Chad, y ahora lo estaban haciendo en Yemen. A modo de incentivo para colaborar con Israel y Arabia Saudí, se eliminó a Sudán de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo creada por Estados Unidos.
Esta colaboración entre Israel y los generales sudaneses formaba parte de una estrategia regional dirigida por una sección del capital global para aislar a Irán.
Esta colaboración entre Israel y los generales sudaneses formaba parte de una estrategia regional dirigida por una sección del capital global para aislar a Irán. El posicionamiento regional contra Irán incluía a Egipto, Israel, Marruecos, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí. La Unión Europea creó su propia alianza con los militares, pues prometió cientos de millones de euros para el Proceso de Jartum, un esfuerzo multinacional de facultar a las milicias de Hemedti para que controlaran la migración desde el Cuerno de África hasta Europa. Esto abrió una nueva línea para la trata de personas por parte de las FAR.
Para seguir leyendo: https://umoya.org/2023/11/12/la-contrarrevolucion-en-sudan-ii/