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Inshallah, Hasna

Una pequeña crónica desde lo más profundo de mi corazón.

SEP 11, 2023

 

“Tenía que volver. Sabía que tenía una cuenta pendiente”. Ambas frases me han acompañado desde el segundo uno que sentí el horror del temblor en Agadir. Llevaba años retrasando esta escapada. “Soraya, viajarás a Marruecos y te quedarás allí un tiempo. Tres semanas, mínimo”, repetía en mi cabeza hace unos cuantos meses. Terminé mi viaje por Senegal y, de pronto, aterricé en Casablanca. Aquí no había nada que visitar, ningún sitio hacia donde correr. Tranquilidad. Necesitaba pasar las tardes paseando por el barrio, sentada en un banco con vistas al Atlántico. Nada más.

Lo que nunca presagié es que Marruecos me devolvería todo el tiempo perdido de esta forma. El viernes tembló Agadir, tembló Marrakech y tembló con más fuerza aún los picos del Atlas. Allí se dibuja la imagen más profunda del país, en lo más alto. En el punto más cercano al cielo, miles de personas han muerto sin pena ni gloria. Solos.

Antes de subirme al coche en Amizmiz, una mujer, con años en sus canas, se acercó. En un árabe acelerado, sus palabras solo sonaban a tragedia. Me disculpé y le trasladé todas mis condolencias. Insistía en hablar conmigo (gracias mundo por darme esta señal, ya mismo me pongo con clases de árabe), quería que supiera su historia. Levantaba una mano y con la otra señalaba cuatro dedos: uno, dos, tres y cuatro. Con suerte no llegó al quinto. Lo que Hasna quería contarme es que cuatro de sus nietos habían muerto mientras dormían. En paz. Ojalá en el mejor sueño de su vida. Le trasladé mi pésame. Inshallah, todo seguirá bien, le insistí. Cuando estaba a punto de girarme para entrar en el coche, Hasna me tocó la espalda. Quería algo más. De pronto, la sentí contra mi pecho. Un abrazo nos fundió a ambas allí, en mitad de los escombros, una morgue improvisada y un barullo imparable de coches y grúas. Como Hasma, miles y miles de personas lloran la muerte de sus familiares. Marruecos vive el peor terremoto de su historia reciente y la de todo el norte de África. Puro terror.

Me gustaría seguir escribiendo más sobre lo que he visto, sentido y escuchado en estos días, pero estaría mintiéndome a ti y a mí misma.

La fuerza del temblor ha roto Marruecos, pero a mí me ha unido más que nunca.

Como el abrazo de Hasna.

Un abrazo, Soraya.

 

FUENTE: https://africamundi.substack.com/p/inshallah-hasna?utm_source=post-email-title&publication_id=1289121&post_id=136949863&utm_campaign=email-post-title&isFreemail=false&r=22fs2e&utm_medium=email


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Jonas Wendbe YAMBA