Este lunes 8 de abril, la Iglesia celebra la Solemnidad de la Anunciación del Señor. Es decir, se recuerda de manera solemne que, un día como hoy, se produjo un acontecimiento que cambiaría para siempre la historia de la humanidad. Dios Todopoderoso invitaba a una humilde doncella de Nazaret (Israel) llamada María, a cooperar en su plan salvífico: Ella será invitada por medio del ángel a ser madre del Hijo unigénito de Dios, el Señor Jesús.
María, quien había consagrado su virginidad a Dios, responde a la propuesta divina con un valiente y generoso “¡Sí!” (Cfr. Lc 1, 26-38); por lo que será llamada la ‘llena de gracia’. Es necesario recordar que desde el preciso momento en que la Virgen de Nazaret queda encinta por obra y gracia del Espíritu Santo, las puertas del cielo se abren nuevamente y la amistad entre Dios y el hombre, quebrada antaño por el pecado, habrá de ser restablecida.
Por su ‘sí’ la Virgen será elevada a la condición de ‘Madre de Dios’. Ella llevará a Jesús en su vientre: primero será abrigo y protección; después, la encargada de educar a Aquel que es salud para el género humano.