El Santo Padre tiene un sueño con un marcado carácter misionero: el de una fraternidad universal que «invita a un amor que va más allá de las barreras de la geografía y del espacio«, este deseo de hermandad mundial lo ha expresado en su última encíclica, Fratelli tutti.
Una fraternidad que como afirma un misionero de África: «es la mejor medicina para una humanidad que lucha por superar el coronavirus y otras pandemias más graves, como el hambre, la pobreza, la trata de personas, el saqueo de recursos naturales …».
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