Hay una cifra clave, 480. Pasa a ser una losa pesada cuando deja ser un número y se convierte en una cantidad de muertos, la de aquellos que han perdido la vida en un corto periodo de tiempo frente a las costas de Senegal y Mauritania debido a naufragios de cayucos que intentaban llegar a las islas Canarias. Esos 480 muertos han desencadenado la indignación de la sociedad senegalesa, sobre todo entre los más jóvenes, que han encontrado en las redes sociales una forma nueva de abordar las migraciones, de canalizar sus exigencias y de vehicular sus reivindicaciones. A pesar de la proximidad de todo el proceso migratorio, una buena parte del fenómeno está envuelto en silencios, tabúes y sobreentendidos. El peso de los jóvenes desaparecidos en el mar, en el desierto e, incluso en los países de destino, ha hecho saltar por los aires las costuras de esas convenciones. Facebook, Instagram y, sobre todo, Twitter han sido los espacios en los que se ha desencadenado un debate con condiciones nuevas.
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