

«Amar siempre y a todos», proclamó el Papa Francisco en la homilía del estado nacional de Bahrein. Y añadió: «No sólo a nuestros amigos y vecinos, sino a todos, incluso a los enemigos». Y advierte que Cristo no propone un «amor sentimental o romántico», porque «no es irenista, sino realista». Pero el propio Jesús «nos confiere el mismo poder, el poder de amar, de amar en su nombre, de amar como Él ha amado».
Y es que «Jesus ve y sufre observando en nuestros días, en tantas partes del mundo, formas de ejercer el poder que se nutren del abuso y la violencia» y, por eso, según el Papa, «es necesario ‘desactivar’, quebrar la cadena del mal, romper la espiral de violencia». Y eso se hace, «rompiendo la espiral de la venganza, desarmando la violencia, desmilitarizando el corazón».
Porque «amar al enemigo es llevar a la tierra el reflejo del cielo, es hacer bajar sobre el mundo la mirada y el corazón del Padre». Por eso, Francisco termina su homilía dando las gracias a los fieles: «Queridos amigos, quisiera agradecer vuestro sereno y alegre testimonio de fraternidad, para ser en esta tierra semilla de amor y de paz».
El Papa entra en el Estadio nacional de Bahrein, completamente abarrotado por más de 30.000 personas, en medio de cánticos y vivas, sonriendo e, incluso, levantándose de su asiento en ocasiones, para mejor corresponder a la gente que le ovaciona con fervor, mientras suena de fondo el ‘Jesucristo tu eres mi vida’, que se ha convertido en el himno de las grandes concentraciones católicas. Casi toda la gente lleva en la cabeza una gorra con el logo y el lema de la visita papal a Bahrein.