El Decreto conciliar Presbyterorum Ordinis habla del «don precioso del celibato sacerdotal», pero también afirma que no es requerido «por la naturaleza misma del sacerdocio» y tiene palabras de estima para aquellos que son «excelentes sacerdotes casados»
VATICAN NEWS
Los avances del libro escrito por el Cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino, con una contribución del Papa Benedicto XVI, en defensa del celibato sacerdotal, han provocado numerosos comentarios. Ayer, el director de la Oficina de Prensa vaticana, Matteo Bruni, afirmó que la posición del Papa Francisco sobre el celibato es conocida, recordando lo que él dijo en el avión durante su regreso de Panamá: «Me viene a la mente una frase de San Pablo VI: ‘Prefiero dar mi vida antes que cambiar la ley del celibato'».
Un don, no un dogma
En el debate se recordó también la posición del Concilio Vaticano II a este respecto. El Decreto conciliar Presbyterorum Ordinis sobre el ministerio y la vida sacerdotal, promulgado por San Pablo VI el 7 de diciembre de 1965, afirma:
«La perfecta y perpetua continencia por el reino de los cielos, recomendada por nuestro Señor, aceptada con gusto y observada plausiblemente en el decurso de los siglos e incluso en nuestros días por no pocos fieles cristianos, siempre ha sido tenida en gran aprecio por la Iglesia, especialmente para la vida sacerdotal.
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