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¿De qué hablamos cuando hablamos de trabajo infantil?

Un niño trabajando en la construcción. Shutterstock / HTWE
Carlos Villagrasa Alcaide, Universitat de Barcelona/ 9 junio 2022 20:11 CEST

Más de 160 millones de niños y niñas (cuatro veces la población de Ucrania) trabajan. Por supuesto, de manera ilegal. Los menores de 16 años no pueden hacerlo en España, aunque en muchos países la edad mínima para trabajar legalmente es de 15 años.

Aunque la Convención C138 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) determinó en el año 1973 la edad mínima laboral en los 15 años, muchos Estados, entre ellos España, la fijan en los 16 (artículo 6 del Estatuto de los Trabajadores), coincidiendo con la finalización legal de la escolarización obligatoria.

Aun así, hasta la mayoría de edad, se prohíben los trabajos nocturnos y las horas extras. Se prevé el descanso mínimo de dos días seguidos semanalmente y de media hora si la jornada excede de cuatro horas y media. Y se articula una mayor protección en la prevención de riesgos laborales, apartando a esa juventud de trabajos nocivos o peligrosos para su salud o su formación, tanto profesional, como personal.

El trabajo en sí es positivo para la independencia económica y emocional, para adquirir habilidades de responsabilidad y gestión del tiempo. Trabajar es un derecho y hay iniciativas dirigidas a la inserción laboral de la juventud a través de planes de empleo, sistemas de garantía juvenil y contratos para la formación y el aprendizaje o en prácticas, por lo que las personas adolescentes podrían trabajar en muchísimas actividades bajo esas condiciones. Pero el trabajo infantil se relaciona con la explotación laboral y se prohíbe.

¿Qué ocurre antes de los 16 años?

Aunque antes de los 16 años legalmente no se pueda trabajar, ni siquiera en negocios familiares, hay muchas actividades positivas para el desarrollo humano que no entran en su definición de “actividad peligrosa y perjudicial”. No atentan contra la salud ni al bienestar, ni interfieren en la escolarización porque son positivas para adquirir competencias y habilidades de autonomía progresiva. Algunos ejemplos son las tareas domésticas y las expresiones artísticas y deportivas.

Para seguir leyendo: https://theconversation.com/de-que-hablamos-cuando-hablamos-de-trabajo-infantil-184521?utm_medium=email&utm_campaign=Novedades%20del%20da%209%20junio%202022%20en%20The%20Conversation%20-%202316023073&utm_content=Novedades%20del%20da%209%20junio%202022%20en%20The%20Conversation%20-%202316023073+CID_cccba3a35088afe1bbae331dbbdbdaad&utm_source=campaign_monitor_es


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Manolo Fernández