Marie Sleysor camina entre uno de los mercados locales de Lomé, capital de Togo. Entre las coloridas frutas y verduras, la mujer esquiva el tráfico y el polvo que levantan las ruedas de las motos y que dejan las pisadas de los viandantes. Con una bolsa azul en su mano izquierda y una muleta, en la que apoya su mano derecha, avanza con dificultades pero con determinación de vuelta a casa después de un día de trabajo.
Su infancia no fue como la de los demás, cuenta Marie. Con tres años cayó enferma. Para paliar el dolor y como medida de prevención, su madre le administró la inyección de la poli-terapia: la mezcla los fármacos de la dapsona, la rifampicina y la clofazimina que, cuya combinación, puede ayudar a prevenir discapacidades adyacentes a la enfermedad de Hansen, también conocida como la lepra.
Poco después, cuando Marie intentó ponerse en pie, se percató de que había perdido la sensibilidad en ambas piernas. Ya era tarde, se había convertido en una de tantas víctimas de la lepra. Hoy consigue caminar gracias a dos muletas y unas prótesis metálicas que sujetan sus piernas. “Desde los seis años soy una persona discapacitada, pero nunca me ha faltado el amor de mi familia. Gracias a eso, hoy me olvido de mi condición”, cuenta.
Entre semana, Marie, de profesión socióloga, trabaja como asistente de proyectos en el centro de APROFETHO (Association of Women with Disabilities in Togo) en la capital de Togo. “Me levanto feliz, rezo y salgo hacia el centro, donde empiezo a trabajar desde las siete y media de la mañana”, explica. IDEA se fundó sobre el principio fundamental de que las personas que han experimentado lepra, deben ser reconocidas como parte integral de todos los enfoques de la enfermedad, desde el clínico, la investigación y el regulatorio, hasta el impacto económico y psicosocial.