por Maria Eugenia Aguado | Feb 23, 2022
El pasado martes 22 de febrero pudimos disfrutar de un taller que impartió nuestro querido D. Arturo Ros, obispo auxiliar de Valencia, sobre cómo “Vivir y acompañar desde una espiritualidad de la ternura”.
Durante su intervención, de la mano de varios pasajes y parábolas del Evangelio (Parábola del Hijo Pródigo, Jesús en casa de Simón el fariseo) y algunas citas de “Evangelii Gaudium” (nº 171 y 172), “Fratelli Tutti” (cap. VI) y “Amoris Laetitia”(nº 137), nos hemos asomado a la divinidad y a la humanidad de la ternura.
Ternura que no es sensiblería, sino la manifestación de emociones profundas. Ternura que nace de un amor desde dentro, de una experiencia del amor misericordioso de Dios. Ternura que se necesita pero que también se comparte, se regala. Ternura que antecede al encuentro, que es acogida, escucha, cercanía, amabilidad, paciencia, gratuidad. Ternura que se expresa con delicadeza pero que también es fortaleza y rigor. Ternura que teje un espacio donde reconocerse, un espacio donde compartir caminos juntos, donde acompañar, respetar, celebrar, sufrir y alegrarnos, donde saber esperar y curar. Ternura que es misericordia y misericordia que es abrazo que sana, mirada que dignifica y comprende, apoyo que sostiene y palabra que levanta.
D. Arturo nos hablaba de la importancia de ser conscientes de que «daremos (verdadero) testimonio de lo que seamos experiencia», pues lo que llevamos en el corazón es lo que damos a los demás, y nos interpelaba con tres preguntas:
– ¿Cuál es el rostro del Padre que predica Jesús? Un Padre que se conmueve cuando el hijo que estaba perdido vuelve, que corre hacia él, que le come a besos y quiere celebrar su llegada.
–¿Cómo actúa Jesús? A través del perdón y la curación…“Vete en paz”.
-¿Con qué actitudes percibo al Dios de la misericordia? Necesariamente con humildad y actitud orante, plegaria que es intimidad con el Padre.
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