(Revista Misión)– Jacques Philippe es el escritor de libros de espiritualidad más influyente de nuestra época. Ha vendido millones de ejemplares de obras como La paz interior e imparte retiros por todo el mundo. ¿Su secreto? Proponer “una vida cristiana basada en la sencillez y en la confianza en Dios”, porque “a veces hacemos de la vida espiritual algo muy complejo y necesitamos reencontrar la sencillez en la relación con Dios”.
Antes de ser sacerdote estudió Matemáticas, pasó por una crisis de fe y dejó de ir a la iglesia. ¿Qué ocurrió para que volviese a Dios?
Yo había empezado un proceso vocacional con los maristas, pero tras Mayo del 68 y del Concilio Vaticano II, fue tanta la confusión que vi (incluso mi director espiritual dejó el sacerdocio) que me alejé de la Iglesia. Tras un año sin ir a misa vi que si me alejaba de Dios iba hacia la muerte, porque jamás podría ser feliz de verdad sin Él.
Entró en la Comunidad de las Bienaventuranzas, se ordenó sacerdote y empezó a impartir retiros. ¿Por qué comenzó a escribir?
En el desarrollo de mi ministerio me encontraba personas que me pedían ayuda. Así descubrí mi vocación a predicar. A raíz de los retiros que impartía, profundicé en los temas que más afectaban a la gente y vi que algunos, como la paz o la oración, ayudaban a muchas personas. Con los apuntes de mis retiros hice un librito, y en 1992 publiqué La paz interior, el primero de mis libros.
Ese, como el resto de sus libros, se ha traducido a 25 idiomas y tiene millones de lectores. ¿Le tienta el orgullo?
[Cara de perplejidad] No, ¿por qué? Si yo sé cuánta es mi miseria…
¿Y la tentación de pensar: “Mejor que lo haga otro…”?
Es verdad que otros podrían hacerlo, pero al mismo tiempo creo que es un don del Señor y un talento que no puedo enterrar. Los talentos que el Señor nos da no son para nosotros, sino para compartirlos.
La libertad interior, La paz interior, Tiempo para Dios, La confianza en Dios… No son temas muy en boga…
Aunque no estén de moda, la gente busca la paz y ya se ve que no la encuentra; hay mucho miedo y agitación. Igual pasa con la oración: tenemos el deseo de vivir un encuentro real con Dios; las personas no se contentan con una vida cristiana a medias, quieren una realidad viva.
¿Por eso sus libros tienen tanto éxito entre personas tan distintas?
Creo que sí. A veces hacemos de la vida espiritual algo muy complejo y necesitamos reencontrar la sencillez en la relación con Dios y en la manera de vivir. La vida cristiana no está basada en la fuerza, sino, sobre todo, en la gracia. Yo propongo una vida cristiana basada en la sencillez y en la confianza en Dios.
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