Un nuevo estudio desafía las teorías tradicionales sobre la dieta preagrícola en esta región y aporta información valiosa sobre los patrones alimentarios humanos a lo largo de la historia.
Hace 200 años, un filósofo gastronómico francés llamado Anthelme Brillat-Savarin afirmaba que «de la manera como las naciones se alimentan depende su destino», una idea aparentemente radical pero que, en el ámbito de la arqueología, cobra mucho sentido. Y es que, más allá de constituir una necesidad básica, la alimentación es un elemento cultural que nos permite descifrar múltiples aspectos sobre quienes, con sus respectivas diferencias, la llevan a cabo.
Así, gracias al estudio de las dentaduras de los esqueletos humanos en diversos yacimientos, hemos logrado saber, por ejemplo, cuándo y dónde surgió la agricultura: un hito que se ubica históricamente en el Neolítico, hace aproximadamente 12.000 años, en la región del Próximo Oriente, y cuyo estudio facilita la comprensión de nuestra dieta actual.
Lo que ha resultado más complicado desentrañar por parte de la comunidad científica son los hábitos alimentarios de las poblaciones preagrícolas: ¿qué comían y cómo lo obtenían? Hasta la fecha, se creía que, al menos en el norte de África, la nutrición de los grupos humanos anteriores a la transición neolítica se basaba casi únicamente en la carne. Sin embargo, ahora un nuevo estudio publicado en Nature Ecology & Evolution viene a contradecir las teorías tradicionales.