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Testimonio a través del diálogo y la fraternidad en Túnez

Larme Naba Pierre, M.Afr.

Túnez posee una rica historia y diversidad cultural, en la encrucijada del Mediterráneo y el norte de África…

Su capital, Túnez, donde he vivido durante casi tres años, es una encrucijada cosmopolita que fomenta el intercambio cultural e interreligioso. Un paseo por sus calles revela la tradición de convivencia entre diferentes comunidades, como lo ilustra la medina de Túnez, con sus mezquitas, iglesias y sinagogas que dan testimonio de esta pluralidad religiosa. Túnez es, por lo tanto, un lugar de intercambio donde se unen las influencias europeas, africanas y árabes, cultivando un clima de tolerancia y enriquecimiento mutuo.

El Instituto de Bellas Letras Árabes (IBLA), mi principal lugar de apostolado y mi espacio de convivencia, es un instituto especializado fundado en 1929 por los Misioneros de África en Túnez. Su objetivo es profundizar en la comprensión de la cultura y la fe del mundo musulmán tunecino, basándose en tres pilares esenciales: la biblioteca de investigación, la revista IBLA y el Espacio Juvenil, que dirijo. IBLA encarna el encuentro y el diálogo cultural; refleja a la perfección la filosofía del «dar y recibir», tan arraigada en Léopold Sédar Senghor, quien abogaba por el enriquecimiento mutuo de las culturas. Conozco a diario a personas de todos los ámbitos. IBLA es un verdadero punto de encuentro humano e intelectual donde se intercambian ideas y experiencias vitales.

El diálogo como herramienta para la paz: respondiendo a la invitación del Papa Francisco

Gracias a mi experiencia en IBLA Espace Jeunes y a las numerosas interacciones que tengo la oportunidad de disfrutar a diario, incluso en breves momentos de convivencia, creo firmemente en la visión del Papa Francisco: el diálogo intercultural e interreligioso es esencial para promover la paz y el entendimiento en un mundo diverso. Este diálogo, según el Santo Padre, debe basarse en el respeto mutuo y la escucha atenta, reconociendo las diferencias que nos enriquecen.

En su encíclica Fratelli Tutti, afirma que «el diálogo entre personas de diferentes culturas o religiones no puede reducirse a un simple intercambio de ideas, sino que debe incluir la apertura a la verdad del otro y el respeto a su dignidad» (n.º 198). Este enfoque encuentra eco en mi apostolado en la IBLA, donde cada encuentro con jóvenes tunecinos es una oportunidad para una auténtica apertura al otro. En este auténtico encuentro, me esfuerzo no solo por transmitir, sino también por aprender de ellos. El llamamiento del Papa a un encuentro sincero y transformador, donde cada persona se enriquezca con la experiencia y la sabiduría del otro en la búsqueda común de la paz y la armonía social, se refleja en estas actividades cotidianas.

Como miembro de la Asociación Tunecina de Antropología, intercambio regularmente opiniones con académicos sobre diversos temas, incluido el extremismo religioso. Las perspectivas y propuestas para abordarlo difieren según la fe, lo que subraya la complejidad de la situación y la importancia del diálogo para encontrar soluciones. En este sentido, el discurso del Papa Francisco en la Universidad de Al-Azhar en 2017 influyó en mi comprensión del diálogo intercultural e interreligioso. El Papa afirmó que el diálogo es esencial para combatir el fanatismo y promover la paz, recordándonos que «la violencia proviene del oscurecimiento de la conciencia humana, no de la religión». Esta visión resuena en nuestras reflexiones y nos anima a favorecer un diálogo basado en la apertura y el respeto mutuo para construir un mundo más pacífico.

Diálogo intercultural e interreligioso, un camino hacia la paz y el entendimiento

Como sacerdote y testigo del amor de Cristo en la IBLA, interactúo a diario con jóvenes tunecinos, todos musulmanes, a menudo orgullosos de su fe e identidad religiosa. Muchos citan con fervor las suras coránicas, lo que demuestra su apego a su religión. Es importante destacar que los tunecinos son, en general, un pueblo pacífico, humilde y acogedor. Vivo mi fe en silencio, abordando el diálogo intercultural e interreligioso mediante acciones concretas: tutorías, ayuda con las tareas escolares y clubes de lectura y conversación. Con seriedad y abnegación, me entrego a estos jóvenes, algunos de los cuales se sorprenden de mi benevolencia al descubrir que no soy musulmán. Para mí, la realidad del diálogo interreligioso se manifiesta en conversaciones sinceras y respetuosas.

Inspirado por el Papa Francisco y su llamado en Fratelli Tutti, estoy convencido de que el diálogo se vive sobre todo a través del ejemplo de la vida cotidiana. El Santo Padre nos recuerda que estamos llamados a dar testimonio del amor de Dios con humildad, respeto y apertura, reconociendo la dignidad de cada persona, independientemente de sus creencias. Siguiendo el ejemplo de Cristo, que se acercó a los diferentes, podemos crear lugares de encuentro auténticos y fraternos, espacios donde las diferencias se perciban como una riqueza y no como una amenaza. Mi testimonio de amor auténtico aquí en Túnez contribuye a esta visión: vivir una fe que busca la reconciliación, la paz y el respeto mutuo, honrando profundamente la cultura y la religión de los demás, como nos invita a hacer el Papa.

El apostolado comunitario de la IBLA: un compromiso con la convivencia pacífica y la solidaridad

Ubicado en el corazón de un popular barrio de Túnez, IBLA es donde el apostolado de proximidad cobra todo su significado. He desarrollado vínculos estrechos con familias que a menudo viven en condiciones precarias. Mi compromiso diario busca promover valores universales como el amor, la justicia, la paz y la dignidad humana, trascendiendo las diferencias culturales y religiosas. Comparto momentos sencillos con estas familias, ya sea una visita, una charla con un café o una celebración cristiana o musulmana. Estas interacciones me permiten experimentar y presenciar el amor universal de Cristo. El apoyo que recibí de mis amigos tunecinos cuando falleció mi madre el verano pasado ha reforzado mi compromiso de ayudar a los necesitados con un espíritu de solidaridad y respeto mutuo.

Gracias a esta experiencia, he llegado a comprender que en Túnez, donde musulmanes, cristianos, judíos, árabes, europeos y africanos conviven a diario, es posible crear un entorno propicio para la coexistencia pacífica y la colaboración. Creo que esto se basa en promover una cultura de diálogo, educación mutua y respeto por las diferencias. Iniciativas como eventos interculturales, proyectos conjuntos y foros abiertos pueden promover encuentros e intercambios entre las distintas comunidades.

En mi esfuerzo por establecer espacios inclusivos de diálogo donde se respete cada voz, me esfuerzo por reducir tensiones y forjar lazos de confianza. Creo que es esencial enseñar y sensibilizar a los jóvenes sobre la riqueza de las diversas tradiciones culturales y religiosas, destacando valores compartidos como la dignidad humana, la paz y la solidaridad. Finalmente, al participar en iniciativas sociales y benéficas conjuntas, refuerzo el espíritu de colaboración, demostrando que, a pesar de nuestras diferencias, podemos trabajar juntos por el bien común. Me esfuerzo por lograr esto en cada interacción que mantengo con los demás.

Por: Larme Naba Pierre, M.Afr. 


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