

Concepcion Capilla Díaz, Universidad de Granada; Rafael A. Caparros-Gonzalez, Universidad de Granada /11 agosto 2022 18:53 CEST
Nos fijamos en cuatro episodios históricos para valorar la labor de las enfermeras –y, antes, de las cuidadoras de enfermos– durante esas crisis sanitarias
La batalla a la que nos hemos enfrentado a nivel mundial durante la pandemia de covid-19 no es algo desconocido. Si bien es cierto que no de la misma manera, ni con los mismos medios, las enfermeras y, antes de que existiera este oficio en su concepción moderna, las cuidadoras de enfermos han luchado contra las pandemias desde siempre.
La enfermería es una profesión histórica; cuidar es su ciencia. En muchos casos se ha hecho de manera altruista y sin reconocimiento, como demuestran estos cuatro episodios históricos.
La plaga de Justiniano (siglo VI), la peste negra (siglo XIV) y la peste del siglo XIX. El mecanismo de transmisión de estas tres grandes epidemias fue el mismo: las ratas como reservorios o portadoras de pulgas infectadas por la bacteria Yersinia pestis, que llegaban a bordo de barcos con marineros enfermos huyendo de sus países por la enfermedad. Vamos a detenernos en la segunda.
En el siglo XIV nada se conocía ni del microbio patógeno que se cobró la vida de un 20 % de la población ni de cómo se transmitía. De manera intuitiva, los médicos establecieron las primeras cuarentenas (de los barcos en el puerto de Marsella), el uso de mascarillas (las máscaras picudas que acabaron siendo un popular disfraz en el carnaval de Venecia) y el equipo de protección individual de aquellos tiempos, que eran unas chaquetas largas.
Pero ¿quién sufrió más la peste negra? Aunque los distintos estudios biológicos muestran que la epidemia afectó a todos por igual, cabe señalar que existió una marcada diferencia sobre quién se expuso más al contagio: fueron las mujeres, quienes comúnmente se hacían cargo del cuidado de los enfermos, tanto dentro como fuera del hogar. Además, el hecho de que pudieran estar embarazadas aumentaba su riesgo de muerte.
Lady Mary Wortley Montagu (1689-1762) fue una aristócrata viajera y escritora. Hija mayor del duque de Kingston y marqués de Dorchester, durante una estancia en Constantinopla observó cómo las ancianas extraían pus de las pústulas de enfermos de viruela y lo introducían a través de una incisión en otras personas, como profilaxis contra la enfermedad. Lady Montagu realizó esta práctica de inoculación en sus hijos, aunque es Edward Jenner (1749-1823) quien figura oficialmente como descubridor de la vacuna.