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26º domingo B   –  26 septiembre 2021. J.R. Echeverría

Números 11,25-   —   Santiago 5,1-6   —   Marcos 9,38-43.45.47-48

“Se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros”. “Tutto il mondo è paese” (“en todas parte se cuecen habas”), dicen los italianos, al constatar que cierto hábitos, corrupción y nepotismo por ejemplo, se dan en todos los países y a lo largo de la historia. Tal es la actitud de los discípulos en el evangelio de hoy. Corresponde a nuestra necesidad humana de aparecer en la foto, descartando a otros candidatos si es necesario, cuando se trata de un triunfo o un éxito. Es que para muchos, el reconocimiento público puede llegar a ser más «importante» que la actividad que podamos realizar. Lo entendí cuando visité mi Navarra natal en la década de 1980, donde los socialistas que allí gobernaban habían multiplicado en las carreteras los carteles que anunciaban las obras públicas realizadas o en curso. Desde entonces, todos los gobiernos que han seguido, de derecha como de izquierda, han mantenido ese tipo de publicidad. Yo mismo, debido a mis funciones en África del norte, he tenido que asistir varias veces a reuniones en el Vaticano, de las cuales ya no recuerdo el asunto. Pero sí que mi padre guardaba cuidadosamente las fotos que le traía, en las que aparecía con el Papa y los obispos. 

Querer aparecer en la foto puede también transformarse, sobre todo en la actividad política en el sentido más amplio del término, en una actitud crítica hacia todo lo que el otro, convertido automáticamente en “adversario”, hace o propone, no importa si es bueno o malo. Puede suceder incluso en nuestra comunidad cristiana. Para empujar a los donatistas hacia una mayor compasión hacia aquellos que habían abandonado la comunidad durante las persecuciones y querían ahora regresar a la Iglesia, Cipriano de Cartago pronunció la famosa frase “Extra ecclesia nulla salus”, “No hay salvación fuera de la Iglesia”. Sacada de su contexto, esta frase se ha utilizado durante siglos para condenar a todos aquellos que no eran católicos. Y no fue hasta 1963, coincidiendo con el Vaticano II, que Jacques Dournes pudo publicar su «Dios ama a los paganos», y que comenzamos a aceptar que el Espíritu de Jesús inspira a todo hombre, independientemente de su religión o cultura. “El que no está contra nosotros está a favor nuestro”, dice hoy Jesús.

Artículo completo: 26º domingo B-JR-Echeverría

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Manolo Fernández