
Lecturas de la misa del 1 de enero: Santa María, madre de Dios
“Los pastores fueron corriendo… y encontraron a María y José”. Así recordamos nuestras primeras experiencias con Amigos de África: jóvenes “pastores” llenos de ilusión, reencontrándonos con Jesús, María y José en cada campo de trabajo. Las cocineras y cocineros eran nuestros “Marías”, que nos cuidaban y escuchaban con cariño; los misioneros y misioneras, los “Josés”, que con oración y testimonio nos mostraban a Jesús en los más pobres. Entre misas, formaciones y largas horas clasificando medicinas, crecimos en la fe y en el amor por África, “dando gloria y alabanza a Dios por todo lo visto y oído”.

Con el tiempo dejamos de ser “pastores” para convertirnos en “María”, guardando en el corazón lo vivido; la certeza de la providencia y el valor del compartir. Dios nos regaló también el cuidado de nuestras hijas y el disfrute de nuestro nieto, verlas crecer en la fe y convertirse en “nuevos pastores” deseosas de anunciar el Amor evangélico por doquier.
Nuestra vida no ha estado exenta de dolor y fracasos. Como María en el pesebre, también nosotros vivimos momentos difíciles, pérdidas familiares, flaquezas en la salud, fracasos laborales y desilusiones que fortalecieron nuestra fe y nos acercaron al sufrimiento de los últimos. Comprendimos que estar abajo es estar más cerca de Dios. Estas pruebas, meditadas como María, nos ayudaron a seguir el camino correcto cerca de los más pobres, ayudados por la oración y el fruto del amor recíproco.

Nuestra historia, como la de María, conservando lo oído y visto junto a tantos hermanos enamorados de África, guardando y meditando esas experiencias, nos impulsó a concretarlas en gestos: donar tiempo al voluntariado, luchar contra el consumismo y transmitirlo a nuestras hijas.
María, joven y sencilla, fue ejemplo de fe y valentía, permaneciendo junto a su Hijo incluso ante el peligro. Así también muchos misioneros y misioneras permanecen hoy junto a sus hermanos africanos con una fe inquebrantable. Nosotros no hemos pisado África, pero África sí ha venido a nosotros: en los migrantes de Roquetas encontramos el rostro de Dios, ellos nos han ayudado a seguir clamando contra la injusticia y a vivir el compromiso con los más débiles, sin juzgar, solo con acogida, acompañamiento y amor.
Mirando atrás, recordamos “locuras” llenas de amor: coches repletos de medicinas, hijas durmiendo en el suelo, calor extremo o embarazos difíciles. Pero fueron las vacaciones más hermosas porque Dios nos cuidó a través de tantos Amigos de África, hoy parte de nuestra familia.
María, nuestra madre universal, nos enseñó a guardar, meditar y actuar con esperanza. 40 años después, ELLA, nos sigue ayudando a caminar con ilusión, a estar agradecidos por esta historia compartida con los Amigos de África y los migrantes, siendo testigos de que un mundo mejor es posible.
Pepe Leal, Anamari Castejón, Marta y Zaida Leal Castejón.