Elena Sanz, The Conversation / 29 diciembre 2022 20:33 CET
En 2022 también hubo buenas noticias, se alcanzaron logros sociales importantes y la ciencia desveló algunos misterios pendientes.
“Si crees que eres demasiado pequeño para hacer grandes cosas, intenta dormir con un mosquito en una habitación cerrada”, reza un proverbio africano. En 2022 varias noticias nos confirmaron que no hay que subestimar el poder de los más pequeños, porque pueden hacer cosas enormes. Como ocurre con los hongos que devoran chapapote, el pulpo capaz de producir un veneno que podría derrotar al temido melanoma (el cáncer de piel más común), los gusanos que degradan plástico en solo 40 minutos y el pequeño helecho que podría ayudarnos a revertir el calentamiento global.
Y no son las únicas buenas noticias que nos ha regalado el año que está a punto de acabar, ni mucho menos. Atentos como vivimos a los avances de la neurociencia, en The Conversation tenemos muy presente que compartir los acontecimientos positivos contribuye a la felicidad de nuestros lectores. Eso, y que estamos ávidos de historias.
Por eso, además de poner sobre la mesa la gravedad del actual cambio climático, en los últimos meses también constatamos que no todo está perdido. Resulta que la siembra de agua, técnica ancestral en Sierra Nevada y en los Andes, podría ayudarnos a afrontar la sequía, a la vez que usar ventiladores mastodónticos permitiría extraer miles de toneladas de dióxido de carbono de la atmósfera.
Tampoco es baladí que el pasado verano la Asamblea General de las Naciones Unidas reconociera por primera vez que el acceso a un medio ambiente sano, adecuado o ecológico es un derecho humano.