

Muhammad Dan Suleiman, Curtin University / 28 septiembre 2022 19:05 CEST
En 2021, la mitad de los atentados con más muertes en todo el mundo se produjeron en el oeste de África. La presencia de grupos terroristas en la zona tiene costes enormes para la población y para las economías de países que pretenden demostrar a duras penas su solvencia.
En la actualidad, los conflictos yihadistas forman parte de la coyuntura política de África occidental habida cuenta de la resistencia que los grupos islamistas militantes plantean a las diversas campañas que se lanzan para contrarrestarlos.
Según el Índice de Terrorismo Mundial de 2022, tres de los diez países más afectados por el terrorismo en todo el mundo en 2021 fueron países del Sahel: Níger, Mali y Burkina Faso. De igual modo, diez de los veinte ataques con más muertos de 2021 ocurrieron en esta región.
En 2022, la mayoría de los miembros de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO) están combatiendo diversas formas de islamismo militante. Su presencia se está intensificando hacia el sur, hacia los países africanos costeros de poniente; en particular, aquellos que son limítrofes con los países del Sahel, como Benín y Togo, que han sufrido ataques recientemente.
Estos acontecimientos se saldan con un coste desolador. Además de muertos, heridos y personas desplazadas, la confianza en la capacidad de los países para gobernar y para apoyar economías saludables se está viendo deteriorada.