

La decisión tomada por el Gobierno de Pedro Sanchez sobre el Sahara Occidental ha desatado críticas y para muchos carece de sentido. Francia y EE.UU. podrían estar detrás.
Desde que el pasado viernes 17 de marzo se hiciera pública la carta del presidente Pedro Sánchez al Rey de Marruecos han sido numerosas y dispares las reacciones que ha desatado, aunque la mayoría de ellas coinciden en la crítica en el fondo y en la forma.
El debate está servido y ya hay quien lee esta noticia en clave mundial, buscando las conexiones de este anuncio con las alianzas geopolíticas internacionales en torno a la crisis de Ucrania.
La primera pregunta que debemos hacernos para entender el alcance de este movimiento, del que no puede dudarse el impacto político, es si la solución al conflicto del Sáhara Occidental puede venir desde la política de espaldas al Derecho Internacional.
Desde que se hiciera pública la toma de partido de Pedro Sánchez, han sido muchos los que han señalado la incoherencia de defender el Derecho Internacional y la soberanía nacional en Ucrania. Sin embargo, al igual que hicimos cuando Trump anunció el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el territorio, es necesario recordar que a pesar de la interrelación entre la política y el Derecho Internacional, este pronunciamiento no cambia la naturaleza jurídica del conflicto ni de su solución.