

Pedro Raúl Montoro Martínez, UNED – Universidad Nacional de Educación a Distancia; Antonio Prieto Lara, UNED – Universidad Nacional de Educación a Distancia; Claudia Poch, Universidad Nebrija; José Antonio Hinojosa Poveda, Universidad Complutense de Madrid; Mikel Jimenez, Durham University / 24 octubre 2022 18:39 CEST
Al tratarse de una experiencia subjetiva y privada, la consciencia se resiste a la observación. Repasamos las útimas teorías sobre este fascinante misterio científico.
Los elefantes rosas no existen. Pero imaginemos, por un momento, uno en mitad de un lago, con el agua llegándole a la altura de las rodillas. Ahora imaginemos que recoge agua con su trompa y la derrama por su espalda para refrescarse. Durante unos segundos ha existido un elefante rosa en el mundo privado de nuestra experiencia consciente. ¿De qué átomos o partículas ha estado compuesto ese elefante? ¿Cuánto ha pesado? ¿Qué tamaño ha tenido?
Podemos extender estas intrigantes preguntas a otras experiencias conscientes. ¿Cómo será la experiencia de saborear un batido de vainilla que está disfrutando otra persona? ¿Será igual que la mía? ¿Cómo puedo saber si el mundo que percibo es real o, sin embargo, es un sueño o una creación informática, tipo Matrix? Si accedemos al cerebro, no encontraremos nada parecido a un elefante rosa ni al sabor a vainilla. Solo hallaremos señales bioeléctricas y procesos bioquímicos.
No hay nada más evidente que nuestra experiencia consciente. Sin embargo, sigue siendo uno de los problemas más intrigantes de la ciencia contemporánea. Cada día, al despertar, se despliega ante nosotros un mundo pleno de objetos, colores, olores, sonidos, sabores, dolores, pensamientos, recuerdos y muchas otras experiencias mentales.
Es el resultado de nuestra actividad consciente, que cada uno de nosotros sentimos como una impresión subjetiva, interna y privada. Mientras el resto de la ciencia se ocupa de problemas que pueden ser analizados en tercera persona, observando y midiendo el mundo físico, el estudio de la consciencia se ocupa del fenómeno de la experiencia subjetiva, la cual se experimenta en primera persona y no puede ser examinada de forma directa.