“En virtud de santa y de ciega obediencia, en los tiempos de mi noviciado me exigieron más de una vez que limpiara y acondicionara la escalera principal de abajo a arriba y no de arriba abajo, tal y como las leyes físicas, de la gravedad, parecen demandar y demandarán por los siglos de los siglos… Sé que a una compañera, le mandaron plantar las lechugas de la huerta, con la raíz hacia arriba…”
De este y de tantos otros episodios similares, no son demasiados los años transcurridos. Las monjas –“mujer que pertenece a una orden o congregación religiosa “- protagonistas de estas historias, “colgaron los hábitos, después de larga y meditada reflexión, y, en su día, optaron por casarse, pero “por la Iglesia”.
Los tiempos monjiles han cambiado. Pero conste que no tanto como debieran y como aparentan. Las monjas siguen siendo monjas y los monjes, monjes. Y los curas, también. Por supuesto, y de modo espectacular, los señores obispos, tal y como fueron, y siguen siendo, “fabricados” por la Curia Romana. Laicos y laicas les acompañan a todos en procesión tan ilógica y, en ocasiones, hasta “contra naturam”.
Pero hay monjas que no solo académicamente, sino por aclamación popular, adquirieron ya el sobre título de “cum laude”, en su comportamiento religioso, sobre todo entre quienes, con sus nombres, apellidos y siglas, aparecen en los medios de comunicación con cierta y fervorosa frecuencia.
Fuente: https://eukleria.com/2021/10/19/monjas-cum-laude/
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