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Viaje por los discursos que conmovieron a la humanidad

Discurso de Martin Luther King en Washington. National Park Service / Flickr

Santiago de Navascués Martínez, Universidad de Navarra/ 14 marzo 2024 20:03 CET

Desde Alejandro Magno hasta Martin Luther King Jr., los discursos han influido profundamente en la historia humana, incluso antes de la invención de la tecnología moderna. Shakespeare, Lincoln, y otros grandes oradores demostraron el poder de la palabra para inspirar, transformar y unir a las sociedades.

 

Mucho antes de que existieran los micrófonos, la televisión o los podcasts, la voz del ser humano ya encendía pasiones en el auditorio. Nunca sabremos qué dijo Alejandro Magno para frenar el motín de sus tropas en Opis, hacia el 324 a. e. c., pero algo en sus palabras debió conmover los corazones de aquel ejército cansado y resentido para frenar su sed de sangre.

Tampoco conocemos las palabras de Hernán Cortés cuando decidió quemar las naves –en realidad, las hundió– para adentrarse con un minúsculo ejército de 400 hombres en los vastos dominios del Imperio azteca. De nuevo, aquella arenga debió convencer a los soldados de cometer una locura sin remedio: cortar toda vía de escape para entrar en el reino de lo desconocido.

Quizás nos sorprenda constatar que la mayor parte de los discursos pronunciados en la historia de la humanidad se han perdido para siempre. Como las naves en México, las voces del pasado ya no existen. Pero, precisamente porque la mayor parte de discursos de la historia han desaparecido, la gran literatura ha podido especular con ellos.

El maestro indiscutible en este campo fue William Shakespeare, autor de alguno de los discursos más famosos jamás pronunciados. Imaginamos, por ejemplo, a Marco Antonio pronunciando una oración ante el cuerpo ensangrentado de Julio César, una clase magistral de ironía y de cómo la retórica puede utilizarse para decir una cosa, pero insinuar otra muy distinta sin nombrarla. A pesar de la aparente solemnidad del discurso, Marco Antonio sugiere que ni las intenciones de Bruto eran tan honorables, ni César era tan ambicioso, y alguien debía tomar el relevo.

(…)

Si algo hace memorable al héroe de los derechos civiles es aquel discurso pronunciado en Washington el 28 de agosto de 1963: “I have a dream” –“Tengo un sueño”. En poco más de seis minutos, King relató la belleza y la tragedia de su país. Al igual que Lincoln, tenía la convicción de los “gigantes dormidos” de la Constitución se despertarían: la igualdad y la libertad de todos los humanos.

Pocos discursos son tan intemporales como este. Como todos los grandes oradores, Luther King supo transmitir una emoción que traspasaba fronteras que iban mucho más allá del color de la piel. Aquel discurso fue pronunciado para los hombres y mujeres de su época, pero también para la nuestra.

Shakespeare no pudo oír a Marco Antonio, pero nosotros sí podemos escuchar a Kennedy o a Luther King. En este mundo de ritmos instantáneos, transido de inmediatez, volver a estos discursos –tan lentos y pausados muchas veces– puede devolvernos, aunque sea por unos minutos, a un mundo más sosegado y, quizás, más reflexivo.

 

Para seguir leyendo: https://theconversation.com/viaje-por-los-discursos-que-conmovieron-a-la-humanidad-222957?utm_medium=email&utm_campaign=Novedades%20del%20da%2014%20marzo%202024%20en%20The%20Conversation%20-%202908129537&utm_content=Novedades%20del%20da%2014%20marzo%202024%20en%20The%20Conversation%20-%202908129537+CID_736a53667c4e3032ac9b7b87365f4550&utm_source=campaign_monitor_es


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Manolo Fernández